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Dinero, fama y tecnología

Por 3 de marzo de 2010 Sin comentarios

Lluís Bassets

Es lo que se necesita ahora para lanzar una carrera política. Mucho dinero, por supuesto, con el objetivo en algunas ocasiones de seguir alimentando la máquina del dinero: véase el caso de Berlusconi y su móvil original y básico, seguir haciendo dinero y evitar la cárcel que amenazaba a su avariciosa carrera. Fama, sin duda: una buena imagen, proporcionada por el mundo del espectáculo o del deporte constituye un buen cimiento para una carrera política; aunque obviamente, el primer componente, el dinero, puede echar una mano dentro de unos ciertos límites. El tercer elemento es el más nuevo de todos: el fetichismo tecnológico se ha incorporado al mundo político y sobre todo de los políticos de laboratorio, de forma que la utilización de los móviles, las redes sociales en Internet y, por supuesto, una página web parecen como las varitas mágicas para alcanzar el poder.

Con dinero, fama y tecnología se puede ir muy lejos. Pero el modelo no ofrece novedad alguna. Lo conocemos en versiones más o menos serias o grotescas desde hace años. No serán facebook o twitter los que aporten al político de laboratorio lo que éste no sepa ofrecer por sí mismo. Normalmente, la mayor vaciedad rodea las ambiciones políticas de los famosillos que se creen llamados por la historia para desempeñar un papel relevante en su país. Levantan una bandera, por lo común genérica y mitificada, y luego la rodean de lugares comunes y de sentimentalismo. En el mejor de los casos: por la misma regla de tres pueden esgrimir reivindicaciones teñidas de xenofobia o de sentimientos excluyentes. Lo único que cuenta siempre es su capacidad para movilizar emocionalmente a un público más o menos extenso.
Dinero, fama y tecnología permiten tapar las vergüenzas de la falta de ideas, valores y propuestas efectivas por parte de quienes se lanzan osadamente, impulsados por una irrefrenable ambición, por supuesto personal, a salvar patrias y erigirse en lidercillos de pueblos irredentos. Si les queda un atisbo de sensatez y no se dejan engañar por sus asesores, leerán atentamente los estudios de opinión, escucharán el consejo de los expertos, y evitarán convertirse en monstruos políticos, aprendices de brujo destinados a atizar las bajas pasiones sobre las que se construyen las carreras de los políticos populistas.

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Lluís Bassets

Lluís Bassets (Barcelona 1950) es periodista y ha ejercido la mayor parte de su vida profesional en el diario El País. Trabajó también en periódicos barceloneses, como Tele/eXpres y Diario de Barcelona, y en el semanario en lengua catalana El Món, que fundó y dirigió. Ha sido corresponsal en París y Bruselas y director de la edición catalana de El País. Actualmente es director adjunto al cargo de las páginas de Opinión de la misma publicación. Escribe una columna semanal en las páginas de Internacional y diariamente en el blog que mantiene abierto en el portal digital elpais.com.  

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