Skip to main content
Escrito por

Jean-François Fogel

Jean-François Fogel Periodista y ensayista francés, trabajó para la Agencia France-Presse, el diario Libération, el semanal Le Point y el mensual Le Magazine Littéraire. Ha vivido una parte de su vida en España donde empezó una segunda carrera como asesor para empresas de prensa. Fue asesor del director del diario Le Monde, desde 1994 a 2002, y sigue trabajando en la concepción y la remodelación continua del sitio Internet creado por el vespertino. Es maestro y presidente del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha publicado varios libros sobre literatura francesa y sobre América Latina, entre los que destaca  un ensayo sobre el periodismo digital, Una prensa sin Gutenberg (Punto de Lectura, 2007).

En 2010 se dedicó a renovar los seis sitios de los diarios del grupo francés SudOuest, donde continua siendo asesor de la estrategia digital. En los últimos años, se encargó de la creación de una plataforma de información digital para el grupo France Televisions, una de las tres más importantes de Francia. Asesora a varios medios en Europa y América Latina tanto en la concepción de sitios, como en la organización de la producción digital. Es director del Executive Master of Media Management, del Instituto de Estudios Políticos de Paris (Sciences Po).

Blogs de autor

FRIEDMAN

Da una idea del peso de la economía como rama de las ciencias humanas la discreción que acompaña la muerte de Milton Friedman. Nada que ver con la muerte de un Foucault o, más cerca de nosotros, de un Derrida. Pero hay que reconocerlo: hubo dos grandes economistas en el siglo veinte. Dos personas que modificaron la manera de entender la dimensión económica y financiera de las actividades humanas: John Maynard Keynes y Milton Friedman. Ambos crearon paradigmas, es decir visiones tan compartidas que se utilizaron tanto para implementar políticas como para dar cursos en universidades.

Keynes fue el hombre que propuso una manera de salir de la crisis de los años veinte: con un papel más fuerte del Estado en la economía. Su herramienta se llama «multiplicador de inversión». La biografía de Roosevelt escrita por Conrad Black demuestra de manera contundente que lo que utilizó EE. UU. para combatir la crisis del 29 no fue una politica «keynesiana», pero no importa. Keynes fue el visionario de las nuevas políticas económicas y del sistema financiero internacional coronado por el FMI.

Por su parte, Friedman fue un hombre que propuso una solución para salir de la mezcla de estancamiento e inflación de los años setenta en varios países occidentales: con una presencia reducida del Estado dentro de la economia. Su herramienta se llama «control de la masa monetaria». Varios trabajos de Robert Solow (Nobel de Economía, como Friedman) demuestran de manera contundente que lo que utilizaron tanto Margaret Thatcher en el Reino Unido como Ronald Reagan en EE. UU. no fue finalmente una política «monetarista» sino viejas recetas de Keynes, pero no importa. Friedman fue el visionario que consiguió acomodar en un planteamiento único el funcionamiento de la economía real, donde se venden y se compran cosas, con los circuitos financieros.

La figura de Friedman fue odiada por todo lo que pinta algo de izquierdismo en el mundo y creo que esto explica su discreta salida y la ausencia de artículos mayores en la prensa latina. Nunca se considera a la economía, que es una parte fascinante del pensamiento humano, como a la historia o a la psicología. La ciencia económica vive bajo la sospecha de ser una herramienta para los empresarios, los más ricos, y los jefes de gobierno.

Hice mis lecturas de necrológicas de Friedman por la mañana y descubrí en el San Francisco Chronicle un excelente artículo que establece la buena fe del economista: en este caso, reconoce que Reagan no utiliza sus teorías en su supuesta política del «reaganomics». El mejor artículo de la prensa anglosajona lo publica el Times de Londres a pesar de demostrar así la pérdida de liderazgo del inglés Keynes. El Financial Times es aburrido. El New York Times ofrece una escritura de suma fluidez para hablar de políticas y de teorías.

Ahora bien, explico lo que quiero decir: la economía es la fuerza más importante de nuestras sociedades, pero seguimos utilizando nuestras lecturas sobre la historia o la sociología para decir lo que pasa. Al final, ganan los empresarios, los más ricos y los jefes de gobierno. Es lo que se lee en todas las novelas: los que ganarán son los que ya ganaron.

Leer más
profile avatar
17 de noviembre de 2006
Blogs de autor

FRANK

El apellido se escribe Frank, sin «C». Bernard Frank no soportaba ser presentado como Franck en un artículo. Murió el 3 de noviembre. No escribí nada sobre este columnista de Le nouvel observateur. Lo siento, pero era un hombre muy ajeno al mundo hispanohablante. Solo leí una cosita sobre él en un blog en castellano. Había también una buena cita de una frase suya en el blog de Arcadi Espada. Creo que eso fue todo, más las clásicas necrológicas de los periódicos.

Bernard Frank, sin «C», era lo mejor que se podía leer en Francia sobre la literatura francesa. Me explico: no decía nada sobre los libros publicados hoy en día en Francia. Le bastaba hojearlos para producir frente a su lector un movimiento perfecto de huida hacia los clásicos y hacia el menú de sus restaurantes favoritos. Sus relecturas del siglo XIX eran un caldo sabroso. No era un periodista, era más bien el gerente de las nostalgias francesas (la gran potencia que ya no es Francia, la gran literatura que ya no vemos en los autores contemporáneos), lo que justifica el malestar en el momento de su muerte para explicar la naturaleza de su trabajo. Incluso en su propia revista no lo podían presentar como un periodista que habla de nuestro mundo, más bien como una pieza de una época, después de la Segunda Guerra Mundial, cuando en Francia era posible pelearse con Sartre y beber cócteles con Françoise Sagan sin cambiar de barrio en París. Sagan fue la gran amistad de su vida. Una amistad de fanáticos de la literatura. Algo mucho más simpático que el negocio Sartre-Beauvoir.

Frank tiene varios títulos de grandeza: su pelea con Sartre, la creación del término «Húsares» para nombrar a los autores de derecha Roger Nimier, Antoine Blondin, Michel Déon, Jacques Laurent, y su famosa impotencia a la hora de escribir libros. No hizo más que recopilaciones de sus ánimos en la lectura de los clásicos y desánimos en el momento de añadir algo suyo a la herencia del pasado. No sé si el presidente Chirac hizo un gran favor a su país al decir, frente a la noticia de la muerte de Frank, que se trata de «uno de los más auténticos representantes de la mente francesa» (un des plus authentiques représentants de l'esprit français).

La muerte de Frank fue anticipada, por muy pocos días, por una biografía sobre su vida: Un vieil ami, de Henri-Hughes Lejeune (editorial Robert Laffont). El autor es un diplomático francés, amigo de Frank de toda la vida. Empieza el libro explicando que es imposible escribir sobre un amigo vivo y dice muy poco sobre su vida. Sobre todo, no dice nada sobre las mujeres de su vida, asunto mayor en la obra de un hedonista. A la única que se nombra es a una inglesa, Barbara Skelton. Y creo que Lejeune no consigue describir bien a la fenomenal Skelton.

Frank y Skelton vivieron juntos durante trece años. Frank huía, volvía, se quedaba, desaparecía de la casa que tenía Skelton en el sur de Francia. Era cobarde y genial, insoportable, poco maduro. Pero la verdad es que Frank no era tan interesante como Skelton. Ex modelo, amante dedicada al escándalo, consiguió meter en su cama al inspector de Scotland Yard que la visitaba para una investigación, y quedarse con plata del rey Farouk de Egipto que intentaba hacer el amor con ella y un látigo. Era una femme fatale de verdad. Fue una inspiración para Anthony Powell en la composición de A dance to the music of time, la única obra que puede competir, en ambición, con En busca del tiempo perdido de Proust.

Tengo las memorias de Skelton. Son dos libros publicados en un solo volumen de las ediciones Pimlico: Tears before bedtime (Lágrimas antes de ir a la cama) y Weep no more (No llorar más). No voy a a entrar en la lista de los amantes y maridos (tres) de Skelton y citar su tremendo humor. Pero me gusta apuntar que fue la esposa de Cyril Connolly (lo describe con ternura y suma precisión como «una ballena cansada») y fue amante de Bernard Frank y de Bob Silvers, el editor de The New York Review of Books. Si hablamos de crítica literaria, no hubo ni hay nada más importante para la calidad en Francia, Reino Unido y EE. UU. que estos tres hombres en la segunda mitad del siglo veinte. Es por ella, por Barbara Skelton, que me equivoqué en no decir nada de la muerte de Bernard Frank, sin «C».

Leer más
profile avatar
16 de noviembre de 2006
Blogs de autor

FE DE ERRORES

Largo e inteligente artículo del novelista Jay McInerney en la revista New York Magazine sobre la muerte de la idea del «Upper East Side» en Nueva York (el barrio oeste de Manhattan, más o menos entre las calles setenta y cien). McInerney habla un poco del precio de la vivienda en la gran manzana. Habla también de los ritos de las tribus urbanas. Al final, habla de literatura, pues es muy fácil ubicar a Edith Wharton, Scott Fitzgerald, Truman Capote, Allen Ginsberg y, por supuesto, al propio Jay McInerney detrás de cada barrio y de la manera de desplegar el dinero y el poder.

Una gran parte de la literatura europea de comienzos del siglo veinte cuenta la lucha visible sobre las propiedades inmobiliarias entre la burguesía en alza y la aristocracia agotada. Proust en París y Josep María de Sagarra en Barcelona, por citar dos ejemplos cercanos. Lo que me impresiona de Nueva York es la velocidad del fenómeno. Subidas y bajadas tan rápidas que el cambio se ve y se escribe con precios.

Nunca hice caso a McInerney; me parecía un autor de moda como David Leavitt o Tamma Janowitz, y al final veo que hace lo mismo que sus antepasados literarios: cuenta su mundo y las emociones de sus habitantes. Me equivoqué sobre él. Es cierto que había algo en su novela Bright Lights, Big City (malísima traducción al castellano: Luces de neón, se pierde la metrópolis). Este post es una fe de errores hacia mí mismo.

Otra fe de errores, para los lectores: al final, Jonathan Littell no soporta la campaña de rumores en contra de su novela Les bienveillantes. Me enteré de que, al contrario de lo que escribí, ha dado una entrevista que publicará el diario Le Monde. Dice que será la única. Dice, pero... Lo que yo odiaba de McInerney era su imagen pública. Por el momento me gusta el libro de Littell. Pero a lo mejor no voy a soportar la figura pública del novelista luchando por su propia defensa.

Sigo con la idea de que es mucho mejor para un escritor actuar como Pynchon: esconderse. Ya leí otra reseña de su nueva novela. Y críticas a las reseñas anteriores de este mismo libro que todavía no se puede comprar. Al final, en el silencio mediático, se habla de literatura (en inglés, sí, pero de literatura).

Leer más
profile avatar
15 de noviembre de 2006
Blogs de autor

PLATH

Blackbird es una revista literaria online. Una revista que se acerca a la literatura con más ideas que emociones. No soy un internauta regular en su sitio pero me habría equivocado si no hubiera hecho mi última visita. Publica un soneto inédito de Sylvia Plath. Nada menos.

Soy uno más entre los lectores de Plath: uno más que no sabe qué opinar de ella. Nadie sabe cómo entenderla ¿Fue su suicidio la prueba última de su fuerza o, al contrario, lo que sirve para comprobar su vulnerabilidad? Pero con relación a sus poemas, no hay duda: es una obra de primer orden. Abrir The Collected Poems es perder la sensación del tiempo. A veces, se me escapan citas por motivos excelentes: Brodksy, Auden, Gil de Biedma, García Lorca (el poeta de Nueva York), los poetas del siglo dieciséis en Francia, Rimbaud y Plath.

Me demoré años en comprar y abrir su novela The Bell Jar. Fui un tonto. Esperaba un milagro de una obra en prosa de una jovencita. Dejé el libro en una habitación de hotel, sin terminar mi lectura. Pero me parece que no se puede perder ni un poema de Plath. Y este soneto lo confirma.

El título es una palabra francesa: "ennui". Cuenta el aburrimiento de Daisy Buchanan, la mujer amada por Jay Gatsby en Gatsby el magnífico de Francis Scott Fitzgerald. La frase que provocó el poema, según la revista Blackbird es "I've been everywhere and seen everything and done everything" lo que se puede traducir por: no me queda nada por descubrir.

Nuestra suerte es que nos queda por descubrir el soneto de Plath. La revista prohíbe cualquier reproducción del texto. Pero nada me impide entregar el enlace para leerlo. La introducción al texto es excelente y, como siempre, me impresiona la técnica de Plath. Tenia cerca de 22 años y ya sabía todo del oficio. Hay un exceso de referencias literarias. Pecado de una jovencita. Pero, por favor, qué manera de moverse entre las emociones de Daisy y apuntar al vacío de su vida sin mancharla, con una especie de compasión.

Empieza burlándose de la gente que adivina el futuro al mirar las hojas de té que se quedan, a veces, en el fondo de una taza. Tengo a mi lado Reading Tea Leaves (Leyendo hojas de té) de un autor anónimo (editorial Pavilion, Londres 1995). No sé muy bien por qué pero acabo de dedicar media hora a comprobar la posible advertencia de un futuro suicidio en la lectura de las hojas de té. No aparece. El suicidio de Sylvia Plath queda, para mí, sin explicación: ella tampoco lo había leído en una taza vacía.

Leer más
profile avatar
13 de noviembre de 2006
Blogs de autor

BUENO Y/O MALO

Lectura de un viejo, muy viejo artículo en la revista argentina Ñ. Se publicó en agosto de 2004, pero podría ser de otra fecha y también de cualquier otra revista publicada en el mundo hispanohablante en los últimos cinco años, pues es el clásico artículo sobre el éxito de la novela La sombra del viento de Carlos Ruiz Zafón (que no tiene su sitio en Internet, según Google).

Traducción a 20 idiomas, presencia continua en la mesa central de las librerías desde Argentina hasta España; no se necesita dato o número para enterarse del éxito comercial del libro: es visible. Su autor cae bien a todos: cuando habla, se quita su abrigo de gloria de manera elegante para presentarse en la ropa del artesano que trabaja con palabras. A lo largo de su vida, lo hizo escribiendo publicidad y guiones de cine antes de dedicarse a la producción de novelas.

Ruiz Zafón tuvo gran protagonismo en la publicidad. Era de estos “creativos” que vuelven con estatuillas del festival de Cannes (el festival de publicidad, por supuesto; en Cannes existen festivales de todo: cine, serie de televisión, documentales, Internet, música…). Pero a Ruiz Zafón, la estatuilla de la publicidad no le hacía ninguna gracia. Tiene una frase terrible para describir a su actividad en el artículo de la Revista Ñ: “lo que hacía no era bueno, pero gustaba”.

La frase es terrible por su lucidez, y lo escribo con toda franqueza, aquella frase es la crítica perfecta a su novela La sombra del viento. La lucidez no es un auto-desprecio preventivo (tarde o temprano vendrá el golpe) o un suicidio de las ilusiones íntimas. Es la manera de enfrentarse a sí mismo. Somerset Maugham dijo una vez “sé cuál es el rango que me corresponde, soy el mejor escritor en la liga de segunda”. Era cierto, aunque no hubo escritor con tantos dotes técnicos como Maugham en sus cuentos. Pero le faltaba la chispa del compromiso con la condición humana, la dimensión humanista que autoriza jugar para la liga grande, es decir, con Conrad, Flaubert, Stendhal, Tolstoi, etc.

El caso Ruiz Zafón es bastante apasionante. No lo voy a negar, a pesar de sus defectos leí su novela de un tirón, enganchado al relato. Recuerdo muy bien mi irritación creciente frente a la repetición del proceso: el narrador busca una persona que sabe lo que ocurrió en el pasado, encuentra a la persona, la persona hace un relato (o muestra una carta, o introduce otro testigo, todo vale para dar un relato) y se entiende que habrá que buscar a otra persona. Es una novela que, más allá de su estética gótica, camina hacia atrás, de manera continua, como una mala película policiaca, sin llegar a construir dos niveles: la vida de hoy y la exploración del pasado, es decir, un edificio de dos pisos -que sería un mínimo para una obra de casi 500 páginas en la edición de tapa dura (editorial Planeta)-.

Tampoco ayuda la luminosa creación borgeana de un cementerio de libros al principio de la novela: el lector espera una obra tan grande como la historia de la literatura y al final se queda en un vaivén entre Barcelona y París. Sobre París, no voy a decir nada, me siento tan involucrado con el tema que sería injusto opinar. Pero creo que Ruiz Zafrón aprovecha a Barcelona; la pinta bien en varios momentos de su historia. Y, en el desenlace, encuentra en el barrio de San Gervasi una mezcla de malestar urbano, de burguesía agotada y de esperanza troncada que se parece a la atmósfera de Últimas tardes con Teresa de Juan Marsé. Al final, hay algo de literatura en la obra de un contador eficiente.

Leer más
profile avatar
10 de noviembre de 2006
Blogs de autor

CÓMO CAMBIAN LAS COSAS

En La Habana, desde ya hace tiempos, las noticias son para los gringos: CNN o Associated Press. En este caso fue para la agencia de noticias Associated Press. Y noticia grande es de verdad la «entrevista exclusiva» con Felipe Pérez Roque, canciller cubano, el lunes 6 de noviembre. Ahora ya lo sabemos: Fidel Castro no regresará a gobernar a principios de diciembre, tal como se había dicho en el verano pasado.

"Será cuando tenga que ser" dijo Felipe asumiendo su papel de recadero de Raúl Castro. Fidel tenía una cita con el pueblo cubano el 2 de diciembre. Ese día, el aniversario cincuenta del desembarco del Granma, inicio de la guerrilla castrista contra Batista, debía ser también la celebración de su cumpleaños ochenta, aplazada por su estancia en el quirófano. Unos días después de la difusión del video escalofriante de un hombre agotado con piel de cera y movimientos de robocop con pilas desgatadas (en La Habana, a Fidel no le dicen «el barbudo» sino «el muñeco»), el pronóstico filtrado por Felipe es una manera suave de decir: Fidel no volverá al poder, quizás. No es una iniciativa propia del canciller o un error. Hay que conocer a Cuba para entender que se trata de un asunto de primer orden: preparar a la opinión para una opción alternativa a la recuperación.

Todo demuestra un gran nivel de profesionalismo en la técnica utilizada: un rebote a través de la prensa norteamericana (no se ha dicho nada en la prensa cubana), la certidumbre de convencer a la opinión (las noticias de afuera, aunque entran muy mal, tienen más credibilidad que las publicadas en Cuba) y, finalmente, a nivel político, una manera florentina de «quemar» a Felipe (queda estancado en el pasado al hablar del viejo poder).

Fidel se va (no existe la figura de un Fidel apartado del poder), esta es la noticia entregada mezza-voce por Felipe en el día del retorno anunciado de Daniel Ortega. Me gusta el título del editorial de El País: "Último tren para Ortega". Es cierto: Ortega es un viajero que intentó varias veces subir al tren del poder. Por fin lo consiguió pero ya cambió de maletas y cambiaron también sus compañeros. Supongo que tampoco sabe mucho del recorrido. Pero está en el tren, por fin.

Me acuerdo del 26 de febrero de 1990, en la madruga, cuando comenzó a circular en La Habana la noticia de la derrota de Daniel Ortega frente a Violeta Chamorro en las primeras elecciones del régimen sandinista; varias veces escuché en boca de responsables la misma frase atribuida a Fidel «el deber de un revolucionario no es organizar elecciones». La frase era aparentemente apócrifa. Pero la rabia de Fidel frente a la salida de Daniel Ortega del poder era muy real. Hoy, Fidel se queda afuera del poder y Ortega vuelve a la presidencia. Cómo cambian las cosas.

Leer más
profile avatar
7 de noviembre de 2006
Blogs de autor

PREMIO, PREMIO

Ocurrió hoy, lunes 6 de noviembre, en París, algo inverosímil: Jonathan Littell consiguió un segundo premio literario por su novela Les Bienveillantes. Primera vuelta: siete voces a favor, tres para otros libros. Ya el 26 de octubre, Littell había conseguido el Grand Prix du Roman de l’Académie Française, otro de los seis grandes premios literarios.

Como escribí varios posts sobre la novela solo voy a hablar del premio, o mejor dicho de los premios. Tenemos con este Goncourt un síntoma fuerte de la total decadencia del sistema de los premios en Francia. La calidad de la novela no tiene nada que ver en esto. Se trata de premios literarios. El sistema de los premios, en Francia, era hasta ahora el reparto de un botín, manejado por jurados, entre casas editoriales. En el sistema de reparto, un autor solo tenía un premio.

Ya no hay reparto, sino acumulación, en este caso para Gallimard, el editor de Littell. Vivimos un evento fuera de las normas. El libro de Littell es enorme (más de 900 páginas) y los compradores lo leen. Esto quiere decir que su éxito destroza en este momento el negocio para todos los otros escritores. Es un tiempo de sequía comercial total para las casas editoriales, un tiempo que se prolongará: el primer semestre del 2007 está dedicado a las elecciones presidenciales y generales. Es el peor momento para las librerías pues los franceses se dedican a mirar los debates políticos.

El colmo del episodio es su fecha: menos de una semana después de la publicación de los diarios de Jacques Brenner, uno de los editores de la casa editorial Grasset y jurado del premio Renaudot. Brenner, quien murió hace cinco años, cuenta en detalle los arreglos y negociaciones entre editores para repartir casi todos los premios entre los tiburones grandes: Gallimard, Grasset, Le Seuil y Albin Michel. Su libro (Journal Tome V, editorial Fayard) cuenta con detalles lo que occurrió desde 1980 hasta 1993. Narra la historia de lo que, con el doble gallardón de Littell, está ya en plena agonía.

PS: Para los que leen el francés, aquí tienen el blog de Assouline en el sitio de Le Monde.
Leer más
profile avatar
6 de noviembre de 2006
Blogs de autor

STYRON

Hace ya casi un cuarto de siglo pasé varios días con William Styron en la isla de Martha’s Vineyard. Era el fin del verano. Días de calor y tardes fresquitas. Hacía una larga entrevista al novelista para una revista semanal francesa. Se trataba de comprender el éxito mundial de su novela Sophie’s Choice. Una especie de mirada atrás para entender el encuentro entre una obra dedicada al malestar de una sobreviviente de los campos de exterminación nazi y una audiencia que abarcaba muchos países y culturas. No sé si Styron murió en su casa de Martha’s Vineyard o en el pequeño hospital de la isla, pero me acuerdo muy bien de su manera de comportarse en su casa. Era un hombre fuerte en su mundo, un mundo cómodo hasta el anochecer. El primer síntoma, imperceptible, de la disminución de la luz le provocaba una ansiedad obvia. Quería salir, moverse. Muy rápidamente entendí que quería beber y que para nada era una “happy hour” la hora de la bebida. Styron era alto, daba una impresión de potencia hasta el atardecer, cuando había que interrumpir (creo que fueron tres tardes) sabrosas conversaciones. Me quedan dos recuerdos.

El primero tiene que ver con los sacapuntas. Styron escribía a mano, con lápiz sobre papel. El lápiz era cualquier lápiz, el papel era amarillo, con ligeras rayas, lo que en EE. UU. se llama “legal pad” pues es el papel que se utiliza para tomar notas en un juicio. Pero el problema de Styron no tenía que ver con el papel o el lápiz. El problema era la punta. Solo podía escribir con un lápiz puntiagudo. Cuatro líneas, quizás cinco y ya tenia que hacer algo. La solución cabía en dos enormes vasos. Un centenar de lápices listos para escribir a un lado de la mesa de trabajo; un vaso vació al otro lado. Poco a poco, al escribir, Styron pasaba los lápices de un lado al otro. Al final del día, tenía que sacar puntas a cien lápices, quizás ciento cincuenta. Aquí estaba el problema. ¿Era mejor el sacapuntas antiguo con manivela o se justificaba el uso de un sacapuntas eléctrico importado de Japón? Styron tenía tremendas dudas pues el tiempo dedicado a sacar puntas a los lápices era también el momento de revisión crítica de su labor del día. Me acuerdo muy bien de sus argumentos y sus dudas frente a una alternativa que no era frívola.

El otro recuerdo es más bien propio de su obra. El momento de la verdad en la entrevista, creo, fue una discusión sobre “the absolute evil” (el mal absoluto). Styron afirmaba creer en el mal absoluto, lo que su obra dice a gritos. Contesté su postulado con una maniobra judeo-cristiana diciendo que se podía aceptar la existencia del mal absoluto bajo una condición: la existencia simultánea del bien absoluto. Y Styron respondió: “con relación al bien, no sé, pero creo en la existencia del mal…”.

Último recuerdo: Styron había empezado a escribir su novela en la tercera persona del singular, optando después por la primera, por la voz de Sophie que es la narradora. “Es imposible ahora escribir una novela en la tercera persona pues falta la audiencia que cree en la existencia de Dios, la audiencia dispuesta a creer lo que cuenta la voz del novelista/Dios”. Claro que era muy fácil oponer una larga lista de novelas para desmentir su teoría, pero era interesante escuchar un heredero de Faulkner citar la existencia de Dios como herramienta del novelista.

Los dos artículos del New York Times sobre la muerte de Styron ni siquiera tocan el tema de Dios (el de Michiko Kakutani es el mejor). Por casualidad, releí hace poco Las palmeras salvajes de Faulkner. No es difícil encontrar lo que decía uno de sus personajes en el tercer capítulo, poco más de treinta años antes de mi entrevista a Styron: “we have radio in place of God’s voice” (tenemos la radio en lugar de la voz de Dios).

Leer más
profile avatar
3 de noviembre de 2006
Blogs de autor

EL MUNDO DE MÁRAI

Leer Sándor Márai de Ernö Zeltner no es un placer. La biografía del autor húngaro es una traducción del alemán (co-editada por las universidades de Valencia y de Granada). No tiene visión en la arquitectura ni sopla en la escritura. Es un relato pesado cuya mayor parte es una mala trascripción de Confesiones de un burgués (Salamandra). Francamente, es una lástima acercarse así a un autor que tiene su rincón reservado en la mesa central de cualquier librería del mundo hispanohablante.

Márai está en todas partes, ya lo escribí, y Márai no se va, se queda con nosotros, lo que justifica la lectura de aquella mala biografía: da unas claves para explicar el entusiasmo sostenido de los lectores.

1. Márai es un aristócrata de la escritura. Como V.S. Naipaul, para citar a otro exiliado, nunca hizo otro trabajo que escribir: fe total, fe ciega en el poder de la literatura, en el placer de la literatura. Escribir y leer: nunca a lo largo de su vida Márai se planteó la idea de hacer otra cosa.

2. Márai, auténtico bilingüe (alemán-húngaro), es un hijo espiritual del país de la doble corona real e imperial, lo que Joseph Roth llamaba la “Kakania” (K. und K.: Königliche und Kaiserliche). Tenemos que pensar en Roth, pero también en Zweig, Musil, Schnitzer y la cuña literaria de la mittle Europa cuando pensamos en Márai. A los veinte años firmaba artículos al lado de Thomas Mann en periódicos alemanes y se preocupaba de encontrar un traductor para sacar en húngaro los libros de Franz Kafka. No hablamos de una figura menor de la literatura: Márai está en el Panteón con las figuras mayores.

3. Márai es un artista víctima del comunismo, de la fe en la teoría, de la mentira como sistema de estado. El verdugo que se dedicó a destrozarle en Hungría se llama Georg Lukács. Nunca, de ninguna manera, Márai aceptó volver a su país: tenemos una figura firme de la resistencia.

4. Márai es un paradigma del exilio. “Para una persona que tiene nuestro oficio, la condición que llamamos exilio es, ante todo, un acontecimiento lingüístico -dice Joseph Brodsky-: está empujada hasta refugiarse en su idioma” (On grief and reason). Es impresionante ver cómo Márai, al final de su vida, se hunde en el idioma húngaro (hay un sitio que ofrece la traducción al inglés de algunas de sus últimas anotaciones).

5. Márai es un doble exiliado: muy temprano ha perdido Kaschau, la ciudad de su niñez y adolescencia, que pasó a Checoslovaquia después de la Primera Guerra Mundial. Todos tenemos la infancia como primer país, Márai lo perdió muy temprano: dolor en la vida, felicidad en la obra.

La biografía es malísima, pero la vida de Márai es conmovedora.

Leer más
profile avatar
2 de noviembre de 2006
Blogs de autor

FLAUBERT

Pregunta: ¿es Gustave Flaubert ese hombre delgado, con bigotes y una calvicie precoz? Si es cierto, este retrato, hecho con la técnica del «daguerrotipo», sería la primera fotografía del autor de Madame Bovary, un retrato de Flaubert a los 25 años.

El diario Le Monde pone en duda la identificación del personaje principal de esta fotografía descubierta en 1979 y que se pondrá en venta dentro de poco. Se trataría de una fotografía de 1846 –diez años antes de la publicación de Madame Bovary. En esa época, existían dos fotógrafos en Rouen. Podían sacar una fotografía del joven escritor. Pero Flaubert no era tan calvo en su juventud y además odiaba las fotografías. De nada sirve para su identificación el cuadro con un grabado que se ve al fondo. Según los expertos que autentificaron el retrato se trata de Louise Colet, la amante de Flaubert. Según otros, se ve muy poco el contenido del cuadro y podría ser cualquier persona.

El colmo de la polémica está en dos palabras escritas a mano detrás de la supuesta fotografía de Flaubert. Se lee «A Croisset». Croisset es el municipio donde Flaubert escribía, sería mejor decir berreaba, su primera novela, leyendo sus frases en voz alta para asegurarse de su música. Para unos, al escribir «A Croisset», Flaubert autentifico de manera definitiva la fotografía, para otros «flaubertianos» (o flaubertistas, no sé) se trata de una mala imitación de su escritura, lo que denuncia una trampa para vender a un desconocido como Flaubert.

¿Es o no es Flaubert? La galería Artcurial no tiene duda y pide 40.000 euros por el daguerrotipo. El escritor inglés Julian Barnes, el conocedor más aceptado de Flaubert en Francia desde la publicación de su novela-encuesta El loro de Flaubert, ha tomado una actitud muy reservada. Hay que esperar al 18 de noviembre, fecha de la venta, para saber quién convence más a los posibles compradores.

Pero no se puede negar que la venta llega en el mejor momento posible. Se publicó Madame Bovary por primera vez hace ciento cincuenta años y Francia celebra a Flaubert con la certidumbre de que fue el inventor de la novela moderna. Hay un excelente número de Le Magazine Littéraire (noviembre) con críticas y estudios de Madame Bovary desde EE. UU., Rusia o Japón. Se ven en cada página fantasmas renovados alrededor de la pobre Emma (me encanta una entrevista del escritor Pierre Michon: explica en qué posición Emma hacía el amor con su amante León…).

La universidad de Rouen mantiene el principal sitio sobre Flaubert. Merece una larga visita. Trae una transcripción completa de Madame Bovary incluyendo las tachaduras. Otra opción para celebrar el aniversario: apagar todo y releer la novela antes de salir a una tertulia y pelearse con los amigos. Tema del debate: ¿cuál es la mejora obra: Madame Bovary o La educación sentimental?

Leer más
profile avatar
31 de octubre de 2006
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.