Jean-François Fogel
En La Habana, desde ya hace tiempos, las noticias son para los gringos: CNN o Associated Press. En este caso fue para la agencia de noticias Associated Press. Y noticia grande es de verdad la «entrevista exclusiva» con Felipe Pérez Roque, canciller cubano, el lunes 6 de noviembre. Ahora ya lo sabemos: Fidel Castro no regresará a gobernar a principios de diciembre, tal como se había dicho en el verano pasado.
"Será cuando tenga que ser" dijo Felipe asumiendo su papel de recadero de Raúl Castro. Fidel tenía una cita con el pueblo cubano el 2 de diciembre. Ese día, el aniversario cincuenta del desembarco del Granma, inicio de la guerrilla castrista contra Batista, debía ser también la celebración de su cumpleaños ochenta, aplazada por su estancia en el quirófano. Unos días después de la difusión del video escalofriante de un hombre agotado con piel de cera y movimientos de robocop con pilas desgatadas (en La Habana, a Fidel no le dicen «el barbudo» sino «el muñeco»), el pronóstico filtrado por Felipe es una manera suave de decir: Fidel no volverá al poder, quizás. No es una iniciativa propia del canciller o un error. Hay que conocer a Cuba para entender que se trata de un asunto de primer orden: preparar a la opinión para una opción alternativa a la recuperación.
Todo demuestra un gran nivel de profesionalismo en la técnica utilizada: un rebote a través de la prensa norteamericana (no se ha dicho nada en la prensa cubana), la certidumbre de convencer a la opinión (las noticias de afuera, aunque entran muy mal, tienen más credibilidad que las publicadas en Cuba) y, finalmente, a nivel político, una manera florentina de «quemar» a Felipe (queda estancado en el pasado al hablar del viejo poder).
Fidel se va (no existe la figura de un Fidel apartado del poder), esta es la noticia entregada mezza-voce por Felipe en el día del retorno anunciado de Daniel Ortega. Me gusta el título del editorial de El País: "Último tren para Ortega". Es cierto: Ortega es un viajero que intentó varias veces subir al tren del poder. Por fin lo consiguió pero ya cambió de maletas y cambiaron también sus compañeros. Supongo que tampoco sabe mucho del recorrido. Pero está en el tren, por fin.
Me acuerdo del 26 de febrero de 1990, en la madruga, cuando comenzó a circular en La Habana la noticia de la derrota de Daniel Ortega frente a Violeta Chamorro en las primeras elecciones del régimen sandinista; varias veces escuché en boca de responsables la misma frase atribuida a Fidel «el deber de un revolucionario no es organizar elecciones». La frase era aparentemente apócrifa. Pero la rabia de Fidel frente a la salida de Daniel Ortega del poder era muy real. Hoy, Fidel se queda afuera del poder y Ortega vuelve a la presidencia. Cómo cambian las cosas.