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Escrito por

Jean-François Fogel

Jean-François Fogel Periodista y ensayista francés, trabajó para la Agencia France-Presse, el diario Libération, el semanal Le Point y el mensual Le Magazine Littéraire. Ha vivido una parte de su vida en España donde empezó una segunda carrera como asesor para empresas de prensa. Fue asesor del director del diario Le Monde, desde 1994 a 2002, y sigue trabajando en la concepción y la remodelación continua del sitio Internet creado por el vespertino. Es maestro y presidente del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha publicado varios libros sobre literatura francesa y sobre América Latina, entre los que destaca  un ensayo sobre el periodismo digital, Una prensa sin Gutenberg (Punto de Lectura, 2007).

En 2010 se dedicó a renovar los seis sitios de los diarios del grupo francés SudOuest, donde continua siendo asesor de la estrategia digital. En los últimos años, se encargó de la creación de una plataforma de información digital para el grupo France Televisions, una de las tres más importantes de Francia. Asesora a varios medios en Europa y América Latina tanto en la concepción de sitios, como en la organización de la producción digital. Es director del Executive Master of Media Management, del Instituto de Estudios Políticos de Paris (Sciences Po).

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Las dos caras del escritor

/upload/fotos/blogs_entradas/naipaul_med.jpgVieja pregunta: ¿Se puede valorar la obra de un autor y despreciar al mismo autor como persona? El tema está en toda la prensa inglesa con la publicación de la biografía autorizada del Premio Nobel de Literatura (recibe su premio en la fotografía), V. S. Naipaul: "The world is what it is" (El mundo es lo que es) de Patrick French. El diario The Guardian se indignó al descubrir el tratamiento recibido por la esposa de Sir Vidia. Tuvo que aceptar durante 20 años una relación extra-matrimonial del escritor con una mujer argentina. Naipaul, una semana después de la muerte de su esposa, ya tenía otra persona para reemplazarla. Aún más impresionante, Naipaul no intentó leer el diario íntimo de su ex-esposa antes de venderlo a los archivos de una universidad americana.

Hay una lista de condenas o elogios de su comportamiento  tan larga (The Hindu, Literary Review, New Stateman, The Economist, etc.) que esta biografía es de los libros que nunca vamos a leer por enterarnos de su contenido a lo largo de las reseñas en la prensa. No falta una puñalada del novelista Paul Theroux, ex amigo del Premio Nobel de Literatura y autor hace diez años de un libro en contra de Naipaul. The Guardian llegó a tocar dos veces el tema utilizando el testimonio de una persona que compartió una mera cena en su vida con el autor.

Claro que voy a leer el libro de French, pues Naipaul me apasiona, pero ya sé cuál es mi bando: estoy al lado de los libros geniales de un escritor auténticamente libre. No me interesa escoger a los libros según los méritos morales de su autor como esposo. Otro caso es cuando el autor actúa e interviene como pensador, dando lecciones a todos sobre lo que hay que opinar y cómo comportarse. Como en el caso de Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir destrozados según la misma prensa inglesa en otra biografía publicada en Inglaterra: Glued together by their lies (Inseparables por sus mentiras) de Carole Seymour-Jones. Es una revisión de lo ya conocido: el comportamiento muy blando de la pareja cuando había que oponerse a los alemanes nazis en Francia y su manera de compartir favores sexuales de jovencitas mandándoselas de una cama a la otra. Indignación de la Literary Review, perdón rápido del diario Times. Sartre y Beauvoir ya son un caso cerrado.

Molestaron tanto a los que no compartían sus opiniones que me siento atraído hasta la perspectiva de la Literary Review. Basta de estos intelectuales que buscan regir comportamientos y opiniones sin llevar una vida que obedece a sus propias advertencias. De todas maneras, lo que nos gusta en un escritor es su capacidad de mirar a los otros no su calidad de buena persona. Lo pensaba el otro día revisando el blog de Edmundo Paz Soldán, el novelista boliviano.

Cuenta su viaje a Praga y entrega un excelente post sobre Kafka, lo que queda del escritor en la ciudad. Me parece interesante pero no me gustó tanto como lo que dice el autor sobre el negocio del sexo. Aquí esta la vida: vale mucho más que la literatura, tal como la obra supera a su autor.

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10 de abril de 2008
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Cine francés

¿Cuál es la película que más éxito ha tenido en Francia? Desde el domingo pasado, es Bienvenue chez les ch'tis con 17.405.834 espectadores. Cinco semanas después de su estreno, esta película superó los 17.270.676 espectadores de la película de Gérard Oury, La Grande Vadrouille, una evocación de la ocupación de Francia por los nazis con el cómico Louis de Funés.

Todo es improbable y hasta inverosímil en el éxito de Bienvenue chez les ch'tis. Su actor principal y guionista es Daniel Boon (a la derecha en la fotografía), un artista que se dedica sobre todo al one man show, apoyándose en un físico muy común y un hablar trastornado por unas palabras y un acento del norte de Francia. Son los dos ingredientes de su película construida en base a un choque elemental: traer un hombre del sur, que vive al lado del mar mediterráneo, en un pueblo del norte de Francia, cerca de la frontera con Bélgica.

La parte norte de Francia tiene mala fama: se le supone un tiempo terrible (frío y lluvia), unos habitantes parecidos a trogloditas y una falta de matices en cada evento de la vida diaria. Es una tierra de comida rica y de cerveza en el imaginario popular. Dany Boon, que es del norte, se dedicó a destapar todas las idiosincrasias del norte para explicar que ocultan una ternura muy real pero ubicada detrás de la timidez de los pobres (además es una parte de Francia arruinada por la pérdida de sus tres grandes actividades, minas de carbón, acero y textil. Basta ver la promoción de la película o unos extractos para entender que no se trata de una obra que va a modificar la historia de la filosofía en Occidente. Más bien es algo sencillo, limpio, cariñoso y respetuoso hacia la gente del norte.

El hombre que viene del sur es el nuevo director de una oficina de correos y sus empleados lo tratan muy bien pero con un pundonor potente en relación con su tierra. Son del norte y están orgullosos de su tierra. "Ch'tis" es un diminutivo de Chtimis, la palabra utilizada para nombrar a los habitantes de aquella parte de Francia y a su manera muy especial de hablar. Desde que salió la película, todo es ch'ti en Francia. El sitio internet de la película es ChtiNN, una parodia de CNN, tal como la canción de la película es de Ch'teve Wonder... No faltan los análisis para explicar el éxito (los franceses se buscan a sí mismos, orgullo gallego en el momento de la derrota económica frente a Asia, voluntad de encerrarse en sí mismo frente a la globalización). Quizás no hay que pensar tanto: es una cosita cómica y de una gran modestia. Un detalle: esta parte de Francia perteneció a España durante muchos años (desde Carlos Quinto hasta el principio del siglo XVIII). Algo queda.

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8 de abril de 2008
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Mala memoria

"No me avergüenzo de los que están fuera, porque mis hijos están fuera" dice Eusebio Leal frente al séptimo congreso de la Unión de los Escritores y Artistas de Cuba. Lo cuenta Mauricio Vicent, el corresponsal del diario El País en Cuba, en un artículo imprescindible. Es imprescindible, pues cualquier persona que conoce Cuba, que sabe lo que fue la actividad de este intelectual cubano como historiador de la ciudad de La Habana, apenas puede creer lo que dice en un discurso de catarsis para negar el pasado. El discurso completo se puede leer en el sitio de Granma, si alguien tiene todavía el apetito para un ejercicio de amnesia después de leer lo que dice, en el mismo artículo de Mauricio Vicent, Alfredo Guevara, ex jefe absoluto del cine cubano, que arremete como siempre en contra del ICRT (Instituto Cubano de Radio y Televisión) y sus "medios de comunicación neo-coloniales en su programación, estupidizante y dominados por tan descomunal ignorancia que no se saben aliados del capitalismo en su manifestación más soez".

¿De qué se trata? De algo muy repugnante en cualquier país: el momento de alivio de unos intelectuales que actuaron en su época en represión hacia los artistas y temen ser los últimos en el momento de la tímida apertura. Mas allá de los aplausos del congreso a Fidel Castro, proclamado miembro de mérito de la UNEAC, el congreso fue otro síntoma de una ligera apertura. Después de los aparatos electrodomésticos y teléfono celular, parece que los intelectuales y artistas cubanos entran en la lista de los productos "liberados" por la reforma económica. Lo escribo con una ironía muy controlada: los franceses no son ejemplos de honestidad en el momento de hablar de su propia historia. Un artículo terrible (en inglés) de Nelly Kalan lo recuerda en The Nation. Su título: "la zone grise" (la zona gris). Su tema: Irène Nemirovsky, la novelista francesa que más vende en este momento en el mundo, a más de sesenta años de su muerte (en 1942 en Auschwitz).

/upload/fotos/blogs_entradas/suite_francesa_med.jpgEl artículo de Alice Kaplan, largo, preciso, lleno de datos, plantea una buena pregunta: ¿fue el antisemitismo en Francia un accidente favorecido por la ocupación alemana o corresponde a un rasgo fundamental de la sociedad francesa que nunca tuvo el valor de reconocerlo? La respuesta es de una precisión fenomenal (Kaplan es la autora de un libro sobre el proceso de Brasillach, autor fusilado en 1945 por sus escritos durante la ocupación alemana). Kaplan explica cómo Nemirovsky, judía emigrada desde Rusia a Francia, convivió con antisemitas y publicó cuentos hasta su muerte en una revista antisemita. El relato, reproducido en el mundo entero, de cómo fue posible encontrar el manuscrito inédito de Suite francesa (en Salamandra en España) nunca se le añade el contexto. Alice Kaplan lo hace al estudiar otro libro en el mismo artículo: Un secreto de Philippe Grimbert (Tusquets en España), una novela íntima, basada en hechos reales, sobre la vida cotidiana en Francia en la época del antisemitismo implementado por los nazis.

Es el secreto, el negro secreto que produce el malestar de Francia con relación a su historia. Este país hizo leyes antisemitas antes de una pedida formal de los nazis. Y después de la Segunda Guerra Mundial Francia fue incapaz de reconocer sus fallos, su cobardía. Francia es, tal como Cuba contada por sus intelectuales, un país de mala memoria. En Postguerra (Taurus en España), en la historia de Europa después de la Segunda Guerra Mundial, el historiador británico Tony Judt pone un enfoque específico en la culpabilidad francesa. No por lo que hicieron los franceses sino por su voluntad de minimizar a través del silencio la tragedia de los judíos para no recordar el papel de Francia en una parte muy, pero muy gris de la historia del continente europeo.

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7 de abril de 2008
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Monzó

Para los franceses el escritor catalán Quim Monzó tiene una gracia especial. Fue, hace más de 30 años, el autor de un libro de cuentos cuyo título Olivetti, Moulinex, Chaffoteaux et Maury tiene el amenazante encanto de la vida del hogar. Titular un libro de literatura con tres marcas de aparatos electro-domésticos que llegaron a ser muy comunes en Francia es evocar a la vez la felicidad de la vida con los seres más queridos y también la explosión ineludible en el momento de hacer algo con ellos. Chaffoteaux et Maury sobre todo, que es la marca de calentadores de agua muy famosos, nos recuerda que no existe algo como el agua tranquila. El agua quema y provoca cortocircuitos y es lo que hace Quim Monzó, cuentista de toda la vida.

Hace un año leí una recopilación suya, Ochenta y seis cuentos (Anagrama), y se mantuvo mi opinión: su género es el cuento. Aunque Monzó tiene una posición de primer plano en las letras catalanas, nunca llegará a ocupar el sitio que consiguen los novelistas. Es injusto pero es así. Monzó es el gran cantante de los horrores de la vida cotidiana: entonces, no se ubicó en un camino para ser reconocido como un renovador de la filosofía occidental. Es injusto pero es así. Y su mejor novela, la única buena en mi opinión, La magnitud de la tragedia, cuenta las horas difíciles de un tocador de trompetista pasando por Barcelona no con su instrumento sino con su sexo en una crisis terminal de priapismo; nadie ve en esta historia una metáfora de la condición humana. Es injusto pero es así. Monzó sigue siendo un gran talento involucrado en obras que parecen menores. No llega a tener el reconocimiento que se merece. Cuando se le entregó la tarea de pronunciar el discurso de apertura de la feria de Frankfurt dedicada a la literatura catalana, el año pasado, algo no cabía. No se espera el remedio a la falta de estatuto de estado-nación de Cataluña de un escritor cuyos héroes a penas se sienten cómodos en su propia vida.

/upload/fotos/blogs_entradas/mil_cretinos_med.jpgComo pasa el tiempo, el último libro de cuentos de Monzó, Mil cretinos (Anagrama) habla sobre todo de geriátricos y de bares. Todo el libro lleva una atmósfera de gran cansancio, de irritación frente a la presencia de seres humanos maleducados y huele a presencia de la muerte. Lo leí con placer y también con tristeza. Ya estamos muy lejos de los principios de la vida doméstica con los aparatos de Moulinex en la cocina. Los mil cretinos del título son los que viven en asilo para ancianos. El padre del narrador ya no soporta su vida, la madre tampoco. Ambos tienen un sueño: eutanasia. Título del cuento: "La llegada de la primavera". No es humor negro, se trata más bien de hiperrealismo. Es el último Monzó, un gran talento que nos acerca a la última tragedia de la vida.

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1 de abril de 2008
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Ondas cubanas

En las fotografías por satélite de Google Earth hay poca distancia entre la casa de Fidel Castro Ruiz y la de su hermano Raúl Castro Ruiz. Ambas se ubican al oeste de la capital cubana, en la zona del country club. Es imposible equivocarse en la búsqueda de la casa de Fidel pues los maestros de Google pusieron en su fotografía de Cuba una bolita plateada con un cartel: "Punto cero (casa de Fidel)". Como ven estamos precisamente en latitud 23° 04' 50,51" Norte y 82° 29' 07,84" Oeste de longitud. No hay que desplazarse mucho, hasta latitud 23° 03' 55,37" Norte y 82° 28' 23,24" Oeste de longitud, para encontrar el hogar de su hermano Raúl. Esta casa con un edificio doble, un entorno con muchos árboles cítricos, una piscina, un campo de béisbol y una entrada muy discreta en la calle 222, es el centro de la finca La Niña. El cambio de mando en Cuba se resume en este movimiento de pocos kilómetros al oeste de la capital cubana: se pasa del punto cero a la finca La Niña.

Raúl Castro, que no es un cabezón estúpido, sabe que en el mundo real de Cuba, el mundo de los que mandan y viven en la zona del country club, no vale la pena buscar un cambio. Y por el momento se dedica a trabajar en lo virtual, en el desplazamiento de la información digital. Más allá de permitir a los cubanos la entrada a los hoteles que cobran en dólares, promueve una serie de medidas que van todas no al protocolo de las casas country club sino al protocolo de transmisión de datos. El derecho para todos de tener un ordenador, el derecho de utilizar un teléfono celular  son pasos muy significativos para los cubanos. Por el momento, no hay más: ordenadores y teléfonos. Del acceso de todos a la red, que sería un paso lógico dentro del mismo paquete de medidas no se dice nada. Raúl Castro abre el mundo virtual, pero no con gran preocupación por la vigilancia.

Es interesante leer lo que tiene que ver con el teléfono tal como se publicó en el diario Granma. Se habla expresamente de la posibilidad de conseguir un contrato para utilizar un teléfono celular, pero se añade algo sobre la regularización de los cubanos que ya tienen este mismo teléfono por "vía indirecta". La "vía indirecta" es un teléfono pagado por un extranjero o un cubano con acceso a divisas y entregado para su uso a otra persona. Es el teléfono que la prostituta recibe de sus amantes extranjeros, el teléfono que uno consigue en el mercado negro, el teléfono prestado por un pincho (un jefe) grande a su familia, es el teléfono que corresponde a recursos ilícitos. En otras palabras: la medida de Raúl Castro tendrá que revelar la disidencia económica. Es una buena medida pues facilita la vida de los cubanos, pero obliga el que quiere conseguir un teléfono a demostrar que tiene acceso a divisas por su trabajo o por remesas de su familia en el exterior. Control a través del uso de las ondas.

La tarjeta de prepago del teléfono (única manera de pagar) más barata vale diez pesos convertibles, lo que son 240 pesos, es decir, un sueldo mensual. Basta citar el precio para entender que lo más difícil para Raúl Castro será hacer compartir entre los cubanos los privilegios de la élite del poder político y económico (en Cuba es lo mismo). Una solución sería permitir el acceso de todos a Internet, territorio digital que tiene la gratuidad como rey, pero este territorio queda muy controlado. Francis Pisani, en su blog hospedado por Le Monde ha hecho una revisión de la situación. Cita a los blogueros de Cuba que actúan como pioneros de la libertad: Yoani Sánchez, Potro salvaje y en general Desde Cuba. No se pueden leer desde Cuba. En las nuevas ondas de la vida cubana, Internet es el factor clave: si se abre, la partida dice mucho sobre la voluntad de Raúl Castro. Si no se abre, lo que es el caso, dice mucho también. Por el momento es imprescindible leer un manual de lucha contra la censura en la red.

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31 de marzo de 2008
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Librerías

Ayer, pasando a la velocidad de la luz por Barcelona entré a la "Casa del llibre" (en castellano: la "Casa del libro") del paseo de Gracia (en Catalán: passeig de gracia). Tuve el comportamiento rutinario de un adicto, es decir, compra de tres libros:/upload/fotos/blogs_entradas/la_librera_de_los_escritores_med.jpg poemas de Joan Margerit, un estudio sobre la comunicación política y una cosita inverosímil, La librería de los escritores. 75 páginas. Texto de Mijaíl Osorguín, ilustraciones de Alexei Remizov y poesías de Marina Tsvietaieva. El texto cuenta cómo unos escritores -arruinados por la revolución de 1917, la represión política y el fallo total de la política económica del nuevo poder- consiguieron sobrevivir vendiendo libros en Moscú entre 1918 y 1922. Su tienda era un refugio, un centro cultural, un lugar milagroso donde las fuerzas del espíritu sobrevivían en el desplome total de la actividad económica. La NEP, la nueva política económica de Lenin, terminó por matar el negocio con una tasa de impuestos insoportable. Pero antes, pasó algo gracioso muy contado a la manera de un relato ingenuo por Osorguín: la supervivencia de un mundo cultural.

Leído de un tirón, el libro deja un sabor que se daba antes, de la época de las visitas a las librerías en lugar del viaje por las páginas de Amazon en Internet. Dentro de la librería del paseo de Gracia había una librería rusa... Y el cuento no se termina pues el editor de la versión española del libro es "Edicions de la Central", la empresa que ofrece en sus librerías, tanto en Barcelona como en Madrid, el placer de antes, de las visitas fenomenales para hojear y comprar papel.

El libro tiene un coeditor en México: la editorial "Sexto Piso" de Coyoacàn, lo que me parece de un exotismo fenomenal. Osorguín fue una gran figura del exilio ruso en París en los años 30, vive ahora entre México y Catalunya y sobrevive entre nuestras manos con un libro que es una joya: mezcla de papeles, ilustraciones a color, reproducción a mano de la escritura de Marina Tsvietaieva. Habrá que ser un gran amigo mío para robarme este libro. ¿Cómo se puede vivir sin visitas deslumbrantes a librerías?

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26 de marzo de 2008
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La muerte en Facebook

Me enteré a través de un recado de Andrés Hoyos, el creador del grupo "El aforismo nuestro de todos los días" en el sitio de red social Facebook:

"Subject: Adiós muchachos, compañeros...

No, no es que los creadores de este grupo nos hayamos cansado, sino que cuando lleguemos a 1.200 amigos (casi no falta nada) nos quitan de una la posibilidad de escribirles a todos. Es raro, pero sucede que los dueños de Facebooks tienen ticks raros"...

/upload/fotos/blogs_entradas/el_malpensante_med.jpgAndrés Hoyos está detrás de la revista colombiana El Malpensante y al crear el grupo en Facebook tenía un proyecto estimulante, crear un flujo de aforismos:

"En medio de tanto fárrago y de tanta confusión, uno no sabría agradecerles lo suficiente a los aforistas, voluntarios e involuntarios, por su brevedad. En una oración, o a lo sumo en un par de párrafos, nos dicen algo que queda resonando en nosotros, algo que nos rebota por dentro más de una vez, como si fuera una canica alegre e inquieta que alguien nos hubiera metido por los ojos. Y, sí, hay aforistas involuntarios, incluso son la mayoría. Piénsese no más en Oscar Wilde, quien nunca se sentó a desgranar aforismos uno tras otro, sino que descargaba cada metrallazo en textos sueltos o en la simple conversación de todos los días. Citemos dos infalibles:

  • ‘Un gentleman inglés galopando detrás de un zorro: lo inefable en persecución de lo incomible.'
  • ‘El mundo era mi ostra, pero usé el tenedor equivocado.'

      En este grupo iremos incorporando tanto los aforismos voluntarios como los involuntarios, despacito pero con buena letra, con la idea quizá de algún día hacer con todo ello un libraco divertido. Ese libro no nos sacará de pobres, pero tal vez sí disminuirá en algo nuestra pobreza mental. Trataremos de proveer algún contexto, y eso pedimos a los amigos que se metan a mecaniquear aquí con nosotros.

      Una sugerencia: aporten cualquier cita citable que les llame mucho la atención para que los demás la pongamos a rebotar. Ojo, para que un aforismo lo sea, debe poderse leer más de una vez, incluso con frecuencia, sin que por eso pierda su filo."

      El éxito fue desproporcionado. El lunes por la tarde, el grupo tenía a 1262 miembros que habían acumulado a 752 aforismos (mucho más de uno por día) todavía accesibles. Pero Facebook no conoce el crecimiento exponencial. Al prohibir la comunicación interna a un grupo que incluye a más de 1200 miembros quita la posibilidad práctica de una convivencia. Muere el grupo como, en biología, mueren los organismos asfixiados por el exceso de su crecimiento. Se ahogan en los residuos de su propio metabolismo. Entre las últimas entregas, varias sobre la muerte que recuerdan lo que decía Paul Morand (todo se acaba bien, pues todo se acaba). Elegí a tres:

      "Casi todas las palabras leídas son palabras de un muerto." (Héctor Abad)

      "La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene." (Borges)

      "La muerte se paga viviendo." (Ungaretti)

      Prueba de lo último, Andrés Hoyos no se detiene; su último recado: El Malpensante lanza un nuevo grupo, llamado "20-20 ¡Regalías para las artes y las ciencias!". Invitamos a nuestros amigos a echarle un vistazo.

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      25 de marzo de 2008
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      Abierto o cerrado

      Soy un fanático del blog de "La petite Claudine". Como llevo varios años leyéndolo tengo una cierta idea (quizá equivocada) de su autora. Me imagino a una persona culta pero de doble cultura: que tiene el clasicismo en su ROM (Read only memory) y la novedad digital en su RAM (Random access memory). Creo necesario añadir algo de fantasía sexual y de gran interés por el diseño para completar una personalidad y tono que no se puede comparar con otra oferta de contenido en la red.

      Leyendo el último post, "El mundo en veinte tomos", he descubierto por fin la confirmación de mi sospecha: la autora del blog es una inmigrante en el mundo digital. Una inmigrante de verdad: tuvo otra vida antes en el mundo pre-digital. Se siente cómoda frente a la pantalla, pero su "isla del tesoro" es de papel; en su caso se llama ETJ: El Tesoro de la Juventud. La manera en que Claudine habla de esta obra nos recuerda a todos una emoción sencilla, potente, honda, ineludible: encontrarnos con lo que fuimos por la mera magia del reencuentro con una lectura de nuestra juventud.

      /upload/fotos/blogs_entradas/journal_des_voyages_med.jpgDesconozco por completo esta enciclopedia de 7.172 páginas pero, como francés, crecí con algo parecido al ETJ, que era la colección completa del Journal des voyages. Somos también y quizá -sobre todo- lo que hemos leído.

      Por eso, al leer el post de "La petite Claudine", que tiene que ver con Nabokov y Cortázar y un cuadro de Joachim Patinir, uno tiene que pensar en lo que hacemos al conectar jóvenes a la red: seres distintos. Mi juventud y el principio de mi vida adulta fue una serie de encuentros con obras cerradas (mejor dicho con libros) que me tenían prisionero y feliz entre sus páginas. ¿Dónde se configura ahora una inteligencia y dónde se ubican las emociones en un sistema abierto? No lo sé pero hay que leer a esta maravilla de la petite Claudine por el mero placer de seguir su emoción y para preguntarnos ¿cuál es el ETJ de la era digital?

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      24 de marzo de 2008
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      Autenticidad y veracidad

      El public editor de The New York Times es lo que se llama "defensor del lector" en la prensa hispana, un hombre que interviene cuando los lectores no reciben de su diario lo que esperan en el momento de la compra. Clark Hoyt, que es el public editor del diario neoyorkino, opina que los lectores en el momento de leer la reseña de una autobiografía tienen derecho a saber si se trata de un relato fidedigno de hechos reales.

      Se escandaliza al descubrir que una historia de malos tratos y abusos de una chica, Love and consequences de Margaret B. Jones, es una obra de ficción. Lastima, como lo hizo Michiko Kakutani, que es la crítica más famosa del diario, aunque destacó la calidad del libro.

      La autocrítica violenta del diario viene después de un artículo que recopila casos recientes de abusos de lectores a través de cuentos falsificados. Y se trata de algo muy preocupante, pues el defensor del lector indica de manera muy clara que corresponde a los críticos comprobar la autenticidad de los hechos en los libros autobiográficos. Ya lo escribí en este blog, esto es una visión equivocada de la literatura. Escribo esto teniendo al lado un librito: Le cahier rouge (El cuaderno rojo, Editorial Periférica en España) de Benjamin Constant. Empieza por un "Nací el 25 de octubre de 1767..." que lo ubica de manera definitiva en el género de la autobiografía. Su narrador va con una velocidad tremenda de Lausana a Edimburgo, bebe, ama y vive sin reposo. Italo Calvino lo describe así: "uno de los libros de memorias más divertidos que he leído, la novela que, cuando fui joven, y si hubiera sido ciudadano de otro siglo, me habría gustado vivir y escribir".

      ¿Es cierto lo que cuenta Constant? Parece que falta por completo a la veracidad, aunque su autorretrato es de lo más auténtico. Es decir: es literatura, y de la más grande. Le cahier rouge siempre se clasifica con "Adolphe", que es una novela, aunque cuenta la relación de Constant con Mme de Stael. ¿Dónde está la verdad cuanto tenemos a un buen escritor? Hay tantas pruebas de la necesidad de superar los hechos y hasta la Historia con el soplo de la literatura. Un ejemplo: el 11 de diciembre de 1969 André Malraux visita por última vez al general De Gaulle. De esta entrevista de unas horas sale un libro, no un artículo, un libro: Les chênes qu'on abat (Aquellos robles que derribamos). Un "magnífico libro detestable", dice Mario Vargas Llosa. "No hay nada como un gran escritor para hacernos pasar gato por liebre".

      El retrato de De Gaulle es magnífico y el manejo de los hechos es detestable. ¿Pero qué dice Malraux al empezar su monumento a la gloria de De Gaulle?: ce livre est une interview comme la Condition humaine était un reportage, c'est à dire pas du tout: (este libro no es de ninguna manera una entrevista tal como la Condición Humana -novela, premio Goncourt de1933- fue un reportaje). En un libro la autenticidad prescinde de la veracidad.

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      18 de marzo de 2008
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      ¿Ineludible?

      Se esperaba. Se decía que era ineludible. Por fin ocurrió ayer, en París: la evacuación del Salón del libro. Fue a media tarde del domingo. Lo cuenta Pierre Assouline en su blog. Ninguna sorpresa. Claro que lo que decía la policía (control técnico) no se podía creer. Por fin una alerta consiguió convencer a los servicios de seguridad de que había una bomba en el evento anual que dedicaba su enfoque principal a los escritores de Israel. Se esperaba trastornos mayores de este tipo después de las promesas de muchas organizaciones de solidaridad con los palestinos. Lo único, por el momento, fue esto: obligar a todos los visitantes del domingo a mojarse en la lluvia fría. En relación con la literatura, no hay mucho que decir a parte del aplastante entusiasmo provocado por la novelista Anne Gavalda. Las colas de compradores de su libro que buscan su firma son auténticas plurimarquas de popularidad.

      La derrota de la derecha francesa en las elecciones municipales también parecía ineludible el domingo y se confirmó. Catorce de las veinte ciudades más grandes de Francia son de izquierda. La segunda, Marsella, quedó en manos de la derecha, lo que limita la catástrofe para el presidente Nicolas Sarkozy. Es interesante notar la ausencia de artistas entre los participantes en la elección. Sin recordar el siglo XIX, donde parecía obvio tener a Hugo, Lamartine o Constant en una pelea electoral, es obvio que el terreno político se achica para los escritores o creadores franceses. Hablan, firman manifiestos, pero ocupan un espacio cada vez más reducido.

      Última cosa ineludible, en una tendencia de fondo, es el número de libros en las librerías francesas. Me explico: la semana pasada leí una noticia en el sitio del diario The Wall Street Journal (de pago y no se puede leer). La información era sencilla: la cadena de librerías Borders había tomado la decisión de mostrar más sus libros, desplegando las tapas en mesas o en estantes. La consecuencia lógica era una reducción entre cinco y diez por ciento del número de títulos disponibles en cada tienda. Y debo reconocer que es el movimiento que se nota en París en las pocas librerías que quedan. Tomo el ejemplo de una pequeña red de las cuatro librerías de L'arbre à lettres. Tienen un éxito notable: tráfico de clientes, negocio fuerte, atmósfera de gran actividad. Pero es notable también el número limitado de títulos en cada lugar. La política de estas librerías (que son de las más dinámicas en París) es proponer una selección cuidadosa de lo que se acaba de publicar más un servicio eficiente para los clientes que piden algo en el mundo real por temor a comprar en línea. ¿Es ineludible esta tendencia para las pequeñas librerías? Creo que sí, aunque noto la apertura de grandes almacenes en los barrios de desarrollo rápido como el distrito 13. Al igual que en la política, la vida de los libros parece muy previsible en París.

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      17 de marzo de 2008
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      El Boomeran(g)
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