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Escrito por

Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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Caídos por Dios

Caídos por Dios y por España. En la mayoría de las iglesias españolas todavía, setenta años después de la barbarie y la injusticia, se sigue recordando a "sus muertos". Eran los salvadores de la "Patria", los mártires de la guerra santa, de la cruzada. Falangistas, tradicionalistas, católicos que estaban contra la República, contra la democracia constitucional que era la España republicana.

Hemos crecido viendo esos homenajes a sus "caídos". Leyendo la relación de muertos en aquella guerra, siempre encabezados por "el ausente", por su más destacado caído, José Antonio Primo de Rivera. La historia era suya, suyo el poder, la palabra, las tierras, las casas confiscadas. Suyos los himnos, las banderas, las iglesias, los cementerios. Suyos eran los caídos. Suya era España.

De eso hace ya muchos años. La mentira, el secuestro de la historia, la represión y la manipulación, fueron destapadas hace muchos años. Hace ya muchas décadas vivimos con la normalidad desigual de las democracias. Rescatamos nuestra memoria, nuestra historia. Se quedaron con mucha parte del botín. Con casas y tierras. Recompusimos nuestra historia. Reivindicamos. Conquistamos parte de nuestro pasado e intentamos superar los rencores. Había que vivir hacia el futuro. La "transición" era eso. No poner el rencor, ni siquiera la justicia, en primer plano. Perder en las "cuentas" y pensar en la convivencia.

Siguen restos de aquella miseria, de aquellos miserables que secuestraron a un pueblo, que gobernaron con la mentira y la amenaza. Siguen, pero son restos de un naufragio que tuvo demasiados muertos. Y siguen los nombres de los "suyos"- los buenos españoles, los buenos católicos- en las paredes de las iglesias. La Iglesia no tiene quién la ordene. Es territorio aparte. Sus muertos son cosa suya, dicen.

Siguen en casi todas las iglesias. La buena noticia, al menos la buena para los gallegos es que en Vigo se quitarán los símbolos franquistas de sus iglesias. El alcalde de Vigo, un socialista, no se si cristiano, Abel Caballero, está en conversaciones con el obispo de la diócesis de Tuy-Vigo, José Díez Reboriego, para que desparezcan de las iglesias estas listas de los "buenos" que nos ofenden al resto. No me importan sus mártires, sus santos y sus buenos, pero no me gusta que me recuerden las infamias en lugares tan visibles. Que la mentira y sus protagonistas no ocupen sitios tan destacados. Las mentiras, en el interior. Como antes decían algunos carteles de tiendas y restaurantes cuando llegaban los calores del verano.

Hablaré de una de las novelas que mejor cuentan aquellos días bárbaros de la guerra civil. Pero eso será mañana.

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7 de agosto de 2008
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Crímenes no ejemplares

Cada pocos días tenemos noticia de algún asesinato de esos que ahora llaman "violencia de género". No creo que sea de género, más bien serán de sexo. El único género en el que creo es el género humano. Y tampoco tengo ninguna fe ciega, ni siquiera tuerta. Me falta fe en casi todo, también me falta fe en nosotros: los humanos.

No se pueden hacer muchas bromas con los crímenes reales. Esos crímenes de hombres celosos y machistas. Siempre recuerdo aquellos "crímenes ejemplares" contados por el irónico Max Aub. Una delicia, poder matar literariamente al otro porque no nos gusta su olor, o un insoportable grano en la nariz, porque nos mete el codo en el autobús o porque nos ha dado la lata. Muchas veces hemos matado así a nuestro accidental compañero de viaje. Ese tipo tan molesto y de modales tan broncos que está sentado a nuestro lado. Entre esos crímenes había muchos que nos helaban la risa. Y sobre todo ante la realidad tan tozuda de estos crímenes de hombres que no aman a sus mujeres.

Una de las "razones" más clásicas del llamado crimen pasional es: "La mate porque era mía". Con toda la chulería del más tópico de los machos mexicanos.

Y Max Aub añadía otro que es mucho más real: "La mate porque no era mía". Posesivos  hombres, impotentes asesinos que no soportan el fin del amor. Que no soportan que aquella que vivió con ellos ahora tenga otra vida. Obtusa y mala gente que camina, vive, no sabe amar y sabe matar.

/upload/fotos/blogs_entradas/larsson_med.jpgDicen que Landrú, aquél que mataba a sus mujeres para obtener beneficio, era visto por algunos, y algunas, como un sentimental. Era un torcido asesino en serie. Un cínico matador. Pertenecía a una especie mayor de perversión. No tan perversa como algunos de los personajes de la excelente novela de Larsson, Los hombres que no amaban a las mujeres, pero sí de una calidad en su perversión que les hace personajes literarios. El misterio del mal. Estos otros miserables que matan a la que fue su mujer son de una especie menor, son chapuceros indignos de ninguna literatura. Nada que ver con el asesinato considerado como una de las bellas artes. Nada dignos de aquellos que una vez imaginó el gran Thomas de Quincey.

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6 de agosto de 2008
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Baroja no envejece

No estoy tan seguro. Es posible que Baroja esté muy envejecido pero que su vejez me sea muy cercana y simpática. No tanto, que también, por compartir muchas de sus opiniones sino por lo vigoroso, atrevido, poco simulador y nada convencional de sus juicios.  

/upload/fotos/blogs_entradas/librobaroja_med.jpgMe acabo de tropezar- es el placer de recorrer las librerías de viejo, esta vez en las casetas de la Feria del Libro Antiguo de Vigo- con un libro de ensayos, de pensamientos dispersos del novelista que no conocía, se titula Chopin y Jorge Sand, aunque habla de muchas otras cosas: las novelas históricas, la imposible objetividad de la historia, los gamberros, los anarquistas, los sentimentales y los críticos, entre otros muchos otros asuntos. 

Su repaso por la música, por los músicos merece que otro día nos acerquemos. Hoy, simplemente, quiero hacer un homenaje más a este escritor que quiso siempre ser él mismo al margen del entorno tan excesivo en que le tocó supervivir. El libro, ¡qué época!, es del casi inimaginable año 1941. Ser escritor en España, y no ser franquista, obligaba a ser, cuando menos, un disidente interior. Así fue en muchas ocasiones Baroja. Un disidente que tuvo que someterse a "lo que fuera costumbre". Un superviviente. Su verdad, en sus escritos. 

No le gustan los efectismos, ni las monotonías e incongruencias de un músico de tanto éxito como Chopin. Le parece que comienza bien pero que en seguida decae. Se hace banal. Para Baroja, Chopin tiene éxito porque es un maestro de lo artificial. 

Habla, cómo no, de su famoso romance con Jorge Sand, una escritora a la que considera superior en su arte que a Chopin en el suyo. Una vez más, Baroja contracorriente. Tan desmitificador. Y desde luego demoledor con el famoso y romántico encuentro de músico y escritora en aquel invierno en Mallorca.  

Dice Baroja: "La conquista amorosa del músico no debió ser grande, porque la escritora había pasado por muchas manos y rodado por todos los caminos. Era, además, una mujerona gorda, cetrina, poco atractiva, ya talluda y con furor erótico, como él era un hombre desquiciado, de genio insoportable". 

No creo que vuelva a leer a Jorge Sand. Prefiero volver a Baroja que entretiene más, y reflexiona mejor. Y no dejaré de leer a Jorge Sand  por esa imagen de matrona, respetable, gorda, mandona y con bigote- imagen que antes había escrito Dickens- sino por el recuerdo de un amaneramiento que me aburre. No me importa que físicamente fuera como la retratan estos dos enormes novelistas. 

Sí, volveré a Chopin, aunque ya no me libraré de pensar en lo artificioso. Un bonito artificio. Un entretenimiento. No siempre podemos estar en Bach.

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5 de agosto de 2008
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El ruido y la fiesta

Mi amigo en Buñuel, en Barros y en otros heterodoxos, el periodista Ramón Rozas- uno de los que mejor conocen los secretos de las piedras y las calles de Pontevedra- me había invitado a los toros en Pontevedra. Una plaza histórica, un reducto, un símbolo de resistencia de una fiesta que sigue viva a pesar de la razón. Única plaza gallega, aunque haya corridas en otras ciudades, en otros pueblos, ésta de San Roque es la única plaza estable en Galicia, territorio poco taurino si exceptuamos Pontevedra. Fue una experiencia, no mística, ni religiosa, ni mucho menos silenciosa. Juerga y ruido en una fiesta que, cuando más me gusta,  se escucha "esa música callada" de la que hablaba Bergamín.

No escuchamos música callada. Había música de banda, pitos, tambores, trompetas y otros ruidos de peñas. También había muñecos de feria, pistolas de agua, litronas, bocadillos y otros elementos que poco tienen que ver con mi forma de entender lo taurino...Y sin embargo, disfruté. Fui masa de pan y circo. No aumenté el ruido, no grité a los toreros, ni usé pitos o cláxones, pero me vi envuelto en esa juerga que me hizo ser joven y estar en San Fermín. Otra forma de la fiesta. Me extrañaba que, como en el fútbol, parte del público gritaban orgullosos "soy Español, Español, Español". Nunca he presumido de esa condición. Lo soy sin prejuicios, sin fatalidad y desde luego sin aquel orgullo de los falsos patriotas. Disfruté de la corrida en compañía de la peña "Los Tiritis", los más civilizados entre los ruidosos. Y lo hice porque allí, en el ruedo, en el lugar de la verdad, dónde la vida y la muerte se miran de cara, allí, más allá de los ruidos, la furia, la juerga y la fiesta, estaba ese torero que ha sabido devolver a la fiesta toda su seriedad, su emoción y su silencio. Toreó José Tomás en Pontevedra. Cortó tres orejas, salió por la puerta grande e hizo, por algunos segundos, que la plaza llena de juerga se callara para escuchar por unos instantes el silencio de lo verdadero. Gracias, amigo Ramón, volveré al circo el próximo año. Se que es un espectáculo razonable, que seguramente sus seguidores somos animales en extinción, pero me gusta y me emociona. También, con otros toreros me divierte o me aburre. Lo de José Tomás es una extravagancia, como la de esos que tanto nos gustan.

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4 de agosto de 2008
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El mejor regalo

¡Qué difícil! Tiene que hacer un regalo, tiene que quedar muy bien y además no ser previsible. Por supuesto no puede ser algo vulgar, fácil ni ostentoso. Sin embargo es muy necesario que sea un regalo notable. Está invitado a una fiesta donde su vida puede cambiar. Su ex mujer, esa que se fue hace cinco años a comprar tabaco y no había vuelto a dar señales de vida, esa por la que penó, por la que se metió en una depresión de la que todavía no ha regresado del todo, esa, a la que naturalmente debería haber olvidado. Precisamente esa le invita a una fiesta, a una cena donde es el invitado sorpresa. La estrella de los invitados. ¿Qué hace nuestro amigo? /upload/fotos/blogs_entradas/botelladevino_med.jpgCompra una botella del mejor vino posible, el mítico Margaux del 64. Un vino que pocos mortales, millonarios gustosos aparte, tienen la posibilidad de disfrutar alguna vez en su vida.

Con esa botella sabe que triunfará. Ha invertido más dinero en el vino que lo que cada mes tiene que pagar de alquiler. No importa, ese vino cambiará su destino. Su enamorada de antaño volverá a sus noches y sus días.

Pues no pasa nada de eso. La festejada, la famosa artista Sophie Calle, tiene la costumbre de nunca desenvolver sus regalos. Simplemente los fotografía, almacena y después hace una exposición. Arte conceptual. Fracaso absoluto de regalo. No les contaré más. Es la historia de una deliciosa novela que se coló entre mis lecturas de verano. Es breve, intensa, inteligente. Comienza en el día que murió Michel Leiris. Invita a beber ese vino o, seamos patriotas, un Vega Sicilia del muy querido año 64. También la novela nos lleva por las lecturas del Ulises  o Mrs. Dalloway. Es una delicia de bolsillo de poco más de ciento veinte páginas. El autor se llama Gregoire Boullier. Y la novela, El invitado sorpresa. Entre otras navegaciones mentales llevo horas pensando cuál sería para mí el regalo ideal. El vino no está mal. ¿Los habrá mejores?

Un libro inteligente sobre nosotros. "Somos humanos, tenemos el corazón roto, somos tristes y alegres en nuestra desesperación; sin embargo, no perdemos la esperanza y creemos en los milagros". Algunos de nosotros no somos franceses. Y también pensamos que el milagro puede estar escondido en una botella de vino.

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1 de agosto de 2008
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La realidad, esa novela negra

No es una trama de Stieg Larsson. No estamos en Suecia. No leemos las noticias sobre negocios y negociantes sucios en Millennium. Tampoco tenemos la suerte de tener una investigadora tan peculiar como la joven Salander, fascinante con sus piercings y sus tatuajes. Nada de eso nos hace falta para trasladar historias de corrupciones, negocios sucios, falsa moralidad, mentiras, robos, amenazas y seguramente otros delitos mayores, otras turbiedades para las que vendrían muy bien investigadores como los que inventó Larsson.

/upload/fotos/blogs_entradas/miguel_bernad_med.jpgEn la portada de El País de ayer: "Manos Limpias", ese turbio sindicato de orígenes poco claros, de procedencia de extrema derecha, ese que desde hace más de una década presenta denuncias judiciales por corrupciones o malas prácticas, es el mismo que está imputado en planes urbanísticos, comisiones ilegales, extorsiones y otros escándalos.

Por poca memoria que se tenga, por poco politizados que seamos, por mucho escepticismo que se nos haya instalado en nuestras vidas, en nuestros pensamientos, ¿cómo podríamos fiarnos de un secretario general de un falso sindicato que haya militado en Fuerza Nueva?

Fuerza Nueva, representó lo más oscuro de las oscuridades del franquismo. Defensores de los asesinos fascistas,  racistas, de estricta  moralidad ultra católica, de doble moral como comprobamos por sus realidades, de manifiesta incultura, de violencia, de falta de ética, de intenciones y realidades corruptas. Esos "patriotas" son los llamados "Manos limpias". Por favor, que venga la joven Salander. Que mire en sus ordenadores, que escuche sus conversaciones, que desenmascare- un poco más- a estos tipos de negritudes. No de ficción. Sino una parte de la verdadera novela negra de nuestra realidad. Después hablamos de crisis. Antes atrapemos a los corruptos. Que lean novela negra, pero en la cárcel. Nunca me fío de los que presumen de manos limpias.

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30 de julio de 2008
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Ravel y la emoción

Hace tiempo que comienzo mi escapada veraniega en el norte de León, en el Valle de Laciana, cerca de Babia, más cerca de Eduardo Arroyo, inevitable pintor, excelente escritor y mecenas de los encuentros que durante el último fin de semana de Julio nos permiten escuchar músicas a monte abierto. De vez en cuando Schubert se mezcla con algún mugido de vaca, Bizet con algún pájaro y en general, da igual que sean Chopin o Stravinsky, se mezclan bien con los sonidos de la naturaleza.

De vez en cuando la música nos lleva a sumergirnos en nuestros pensamientos, nos traslada a otros lugares y algunas veces nos emociona de manera casi incontenible. Y la emoción llega, te atrapa y después se va quién sabe dónde. Así me sucedió, nos sucedió el sábado pasado a algunos que tuvimos la suerte de estar cuando pasaban unos minutos de las ocho de la tarde en la plazoleta de la iglesia románica de Robles de Laciana.

/upload/fotos/blogs_entradas/rosa_torrespardo_med.jpgMuchas veces hemos escuchado a Rosa Torres-Pardo, muchas veces la hemos aplaudido por su virtuosismo, su comunicación y su emoción. Pero esta tarde tan cercana es la que ahora recordamos. En compañía del pianista Manuel Burguesas, a dos pianos, se disponían a tocar una de las hermosas composiciones de Maurice Ravel, el Concierto en Sol, aquí con reducción de orquesta a un segundo piano.

Sonaba al aire de aquellos montes, delicado, sutil, profundo, acariciador, cercano y misterioso como la belleza. Como eso tan misterioso que no sabemos de dónde procede, ni a dónde va. Yo sentía esa emoción que es, que nos parece, tan privada. No se me había ocurrido mirar a mi lado dónde un amigo bastante "gamberro", divertido muy aficionado a la noche, la velocidad, las copas y otros placeres de rápida consumición, estaba con su gafas de sol escuchando, como todos al aire libre del valle, el concierto de Ravel. Cuando me volví, en los aplausos, para compartir esa alegría de las cosas emocionantes, me di cuenta que estaba llorando. Silenciosamente mi amigo, "tan duro", estaba llorando por la emoción de aquellos pianos contándonos las cosas tan verdaderas que un día Ravel supo imaginar. Me sorprendí un poco. Se lo comenté a su chica, no le sorprendió. Ya sabía que era un sentimental. Yo lo descubrí con la emoción compartida en un breve concierto que también estuvo a punto de hacerme soltar una lágrima. La contuve. La próxima vez la suelto.

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29 de julio de 2008
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Mar Flores y los deportes olímpicos

Si el tiempo se midiera por olimpiadas estaría a punto de vivir mi decimocuarta. Soy, según Protágoras y el poeta González Iglesias, de lo mejor que le puede pasar a unos Juegos Olímpicos; soy un contemplador. Ni negociante, ni atleta; soy el que mira. Me gusta mirar los Juegos, y mirar a las olímpicas. Soy un destacado deportista, un olímpico, en la competición de saber mirar. Es mi deporte preferido, incluso más que sudar con la Wii. Nunca participé de la alta competición, ni de la pequeña; ni fui gran deportista, ni pequeño. Nunca pude ser como aquel Henry de Montherlant, tan extraño y contradictorio, leído en seminarios y entre libertinos. Descendiente de catalanes franceses, gran deportista -100 metros en 11 segundos- y capaz de matar toros o de vencer las heridas de un obús. Curioso personaje que supo componer versos latinos y hacer literatura con bestias y seres humanos compitiendo olímpicamente. De él hablaré estos días con Eduardo Arroyo, maestro olímpico del mirar y pintar, en su valle de Laciana mientras ponen la música Rosa Torres-Pardo y sus amigos. Reconforta volver al mismo deporte de todos los veranos. El mismo rito pagano y espiritual.

Empiezan las vacaciones. El cuerpo se prepara para mirar los Juegos Olímpicos desde un televisor en la ría de Aldán. También hay que beber los ribeiros de Cuerda y Javier Alén, y preparar una merienda para las horas de pan y circo. El pan es de la panadería del padre del centauro, del olímpico David Cal. Al que González Iglesias, poeta de ejercicios varios, dedica uno de sus olímpicos poemas. Épica con piercing, chándal y el rock urbano que Cal escucha en su MP3. Hace tiempo que las epopeyas y los héroes son historias de televisión. Les vemos cuando reciben la medalla, ondea la bandera, suena el himno, nos ahorramos la letra y llega el momento de ser felicitados por los Reyes: "La Reina y el atleta, aturdidos, despiertos, / intercambian saludos de animales insólitos, / de especies protegidas por la Europa ecológica".

/upload/fotos/blogs_entradas/mar_flores_med.jpg¿Qué hará con su cuerpo Mar Flores? ¿En qué ocupa su tiempo mientras sus compatriotas sudan y se esfuerzan por unos minutos de televisión y de gloria? Soy uno de los menos expertos en Mar Flores. Creo que interpretó, tirando a mal, una película de Bardem que había sido idea de Manuel Vicent. Que trabajó en alguna serie. Que tuvo amores, o lo que fuera, con algunos hombres de muchos metros de eslora. La encontré en un restaurante, sin maquillar, sin hombres, sin hablar demasiado -algo de barcos, creo-, y comprendí que la belleza es un don de dioses. No sé bien de cuáles, últimamente no se dejan ver. Soñé con ser olímpico y caer en brazos de la mujer madura. El olímpico era yo y la bella madura era Mar Flores. Necesito unas vacaciones. Alucino.

Artículo publicado en: El País, 27 de julio de 2008.

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28 de julio de 2008
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Viajar con libros

Llega el momento de decidir cuáles serán los libros que deseamos leer en los días de veraneo. ¿Qué hacer? Optar por lecturas "fáciles", evasión, diversión, fuga y ligereza? O, al contrario, nos atrevemos con esos "tochos" que no fuimos capaces de enfrentar en los días sin vacaciones. Creo que haré una mezcla. Me prometeré terminar Vida y destino o las memorias de Ernst Junger, así como su novela  Sobre los acantilados de mármol. Pero tampoco olvidaré lo próximo de Vila Matas que en septiembre estará en librerías. Y volveré a dos libros, Herzog de Saúl Bellow, novela última que leyó el querido Ángel González, ¡siempre le echaremos de menos!

/upload/fotos/blogs_entradas/artemisa_med.jpgY me llevaré dos libros que también esperan a septiembre, los dos primeros de una editorial que promete (Ediciones Alfabia) que comienza con una novela sobre Artemisa Gentileschi, la gran pintora del barroco italiano que ya nos había acercado biográficamente Ángeles Caso y ahora vuelve como novela de Anna Banti. Y los relatos de la nueva Lourdes Iglesias, un "Iglesias" más en nuestro tinglado cultural.

No perdonaré la reedición de Conejo es rico de Updike, ideal lectura para tiempos en los que la gasolina sigue subiendo su precio.

A fuga negras la haré con Luna de miel de la gran Dorothy L. Sayers. Y con la muy inquietante y prometedora novela El asesinato de Road Hill, esa especia de  a "sangre fría" sobre un asesinato del siglo XIX, escrito en el siglo XXI  por Kate Summerscale.

Y al lado de los cuadernos de Paul Valéry, viajarán los aforismos de Juan Ramón Jiménez, esa joya llamada Río arriba. Seguro que no harán mala compañía, Las ensoñaciones del paseante solitario de Rousseau. También se vienen conmigo los libros de Adalbert Stifter, El sendero en el bosque y Abdias.

Recordar otras dos relecturas, El difunto Matías Pascal de Pirandello y Aguafuertes españolas de Robert Arlt.

No se me pueden olvidar las memorias de Agatha Christie, Ven y dime como vives. Y atreverme con el turbio, muy recomendado por Banville -del que me llevo su viaje a Praga-  Evan Connnell que fue capaz de escribir El diario de un violador como si supiera de qué hablaba.

¿Y todavía no he pensado en los ensayos, ni en los libros de historia? ¿Y qué pasa con la poesía? Creo que tengo que hacer otra lista, añadir otra maleta. El mismo dilema de todos los veranos. Seguro que me olvido de alguno fundamental. Qué corto el verano, qué largo el olvido.

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24 de julio de 2008
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Qué es lo que es

Entre las alegrías de unos encuentros poéticos y nocturnos, mañaneros, cañeros -de cañas- y algunas risas, pocos ligues, fue conocer un poco mejor a dos "complutenses". Uno es de donde hizo el bachillerato, ya nos lo dejó dicho el listo de Max Aub. Y así encontré una cercanía de recuerdos de infancia y adolescencia en los editores Ana Santos y Pedro Miguel, madre, padre y muy señores suyos de la hermosa, pequeña que crece y excelente editorial "El Gaviero". No es sólo una buena editorial de jóvenes poetas y otras excursiones, es además, como quería JRJ, una bella editorial.

Entre las varias alegrías que me han proporcionado está un poeta que no conocía, Guillermo Lago. De Madrid, funcionario de la Administración Local- tan "pessoano"- en ayuntamientos de Almería. Y si las biografías no mienten residente en Las Vegas (Nevada). Ignoro si de tahúr, camarero, casamentero o cantante aficionado. El caso que es, como el título de su poemario tan del sur, un poeta de gozosa carga irónica. Un poeta divertido, que también tienen su lugar en el mundo. Dos ejemplos, como dos poemas y sin pasar página:

 

"UN SOLO BESO

En mis sueños,

Cuento el tiempo por meses,

Años, lustros,

Y no por los besos que

di/diste/ dimos

A ti

más de mil, aquella, cientos

¿a quién sólo diez, o tres, o quinientos?

A miles de millones, ninguno.

El mes lo cuento por

horas, minutos, segundos,

en espera de uno,

un solo beso, en el que

sea> seas> seamos:

                               uno

                                 1

                                 _

 

PORTERO AUTOMÁTICO

 (DE CASA ENCENDIDA)

-¿Sí?

-Yo.

-¿Ya?

-Sí

En un solo beso me he comido unos versos de Gil de Biedma que anteceden el poema:

"La vida entonces, ya se cuenta/ por unidades de amor tuyo,/ tan diminutas que se olvidan/ en lo feliz, en lo confuso."

Qué buen tiempo el verano para versos y besos. De varias clases, incluidos los furtivos.

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23 de julio de 2008
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El Boomeran(g)
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