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Blogs de autor

Ravel y la emoción

Por 29 de julio de 2008 Sin comentarios

Javier Rioyo

Hace tiempo que comienzo mi escapada veraniega en el norte de León, en el Valle de Laciana, cerca de Babia, más cerca de Eduardo Arroyo, inevitable pintor, excelente escritor y mecenas de los encuentros que durante el último fin de semana de Julio nos permiten escuchar músicas a monte abierto. De vez en cuando Schubert se mezcla con algún mugido de vaca, Bizet con algún pájaro y en general, da igual que sean Chopin o Stravinsky, se mezclan bien con los sonidos de la naturaleza.

De vez en cuando la música nos lleva a sumergirnos en nuestros pensamientos, nos traslada a otros lugares y algunas veces nos emociona de manera casi incontenible. Y la emoción llega, te atrapa y después se va quién sabe dónde. Así me sucedió, nos sucedió el sábado pasado a algunos que tuvimos la suerte de estar cuando pasaban unos minutos de las ocho de la tarde en la plazoleta de la iglesia románica de Robles de Laciana.

/upload/fotos/blogs_entradas/rosa_torrespardo_med.jpgMuchas veces hemos escuchado a Rosa Torres-Pardo, muchas veces la hemos aplaudido por su virtuosismo, su comunicación y su emoción. Pero esta tarde tan cercana es la que ahora recordamos. En compañía del pianista Manuel Burguesas, a dos pianos, se disponían a tocar una de las hermosas composiciones de Maurice Ravel, el Concierto en Sol, aquí con reducción de orquesta a un segundo piano.

Sonaba al aire de aquellos montes, delicado, sutil, profundo, acariciador, cercano y misterioso como la belleza. Como eso tan misterioso que no sabemos de dónde procede, ni a dónde va. Yo sentía esa emoción que es, que nos parece, tan privada. No se me había ocurrido mirar a mi lado dónde un amigo bastante "gamberro", divertido muy aficionado a la noche, la velocidad, las copas y otros placeres de rápida consumición, estaba con su gafas de sol escuchando, como todos al aire libre del valle, el concierto de Ravel. Cuando me volví, en los aplausos, para compartir esa alegría de las cosas emocionantes, me di cuenta que estaba llorando. Silenciosamente mi amigo, "tan duro", estaba llorando por la emoción de aquellos pianos contándonos las cosas tan verdaderas que un día Ravel supo imaginar. Me sorprendí un poco. Se lo comenté a su chica, no le sorprendió. Ya sabía que era un sentimental. Yo lo descubrí con la emoción compartida en un breve concierto que también estuvo a punto de hacerme soltar una lágrima. La contuve. La próxima vez la suelto.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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