
Sergio Ramírez
Que una persona pueda volverse invisible no fue la única de las profecías de H. G. Wells, el gran novelista de ciencia ficción del siglo diecinueve. Concibió los viajes a la luna en El primer hombre en la luna, las invasiones extraterrestres en La guerra de los mundos, las manipulaciones genéticas para conseguir seres híbridos entre hombre y animales en la Isla del doctor Moreau, y los viajes a través del tiempo en La máquina del tiempo.
Toda una mina para las producciones cinematográficas, aunque algunas de esos vaticinios queden aún por cumplirse. Algunos, como el de la invasión de seres extraterrestres, lo hizo realidad Orson Welles en su legendaria emisión de radio de 1947, que aterrorizó a la gente en las calles, pues se lo creyeron de verdad, otra prueba de las consecuencias reales de la ficción.
Otros notables profetas del siglo veinte pudieron predecir los horrores de la sociedad contemporánea con asombrosa certeza, como es el caso de George Orwell, quien e su clásica novela 1984, publicada en 1949, creó el personaje del big brother, el gran hermano que todo lo sabe y todo lo vigila, guardián supremo de la sociedad dominada por el pensamiento único, donde pensar se vuelve un crimen de estado. La fecha de 1984, tan cercana cuando se escribió la novela, y sobre la que ya pasamos hace tiempo rumbo al incesante futuro, dejó sin embargo su marca indeleble en el mundo contemporáneo. Decimos el mundo orwelliano, como decimos el mundo kafkiano.