Sergio Ramírez
Así como Madruga, el personaje de La república de los sueños, está marcado desde niño por la ambición del éxito, y por tanto no puede explicar su existencia sin la conquista de la riqueza, Mr Biswas, que también crece en un ambiente de extrema pobreza, se prepara desde sus primeros años para ser marginal en la vida, el fracasado por antonomasia que, sin embargo, aprende a ver sus descalabros sin rencor, y con un humor que nunca hecha a perder la amargura.
En el apacible paisaje de la Trinidad colonial, bajo la pesada burocracia británica, Mr Biswas querrá siempre tener una casa propia, rebelde a los cánones impuestos por el clan femenino que gobierna a la familia de su esposa, una familia de comerciantes llegados de la India que defiende su casta poniendo a los yernos bajo su poder. Los esfuerzos constantes de Mr Biwas por abandonar esa égida, resultarán siempre vanos.
Construir su casa es una y otra vez el símbolo de su rebeldía, y de su libertad; y cada vez su casa se quema, se la lleva el huracán, o alguien lo estafa. La casa con que sueña parece no tener cimientos; el clan construido alrededor de la autoridad de su suegra, bajo las reglas traídas desde la India, los tiene de sobra, y valen lo mismo en la Trinidad de los ciclones, que en la India de los monzones.