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Las sábanas

Por 18 de diciembre de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Vicente Verdú

De la materia textil de la espuma marina  están compuestas las sábanas. De hilo, de lana, de algodón  de seda, cada juego de sábanas comunica con un mundo de ensoñaciones puesto que su papel se asocia naturalmente a un posible sueño que viaja desde la alcoba a la cama hospitalaria, desde los brazos del amante a la oquedad invernal. Presentes en el amor, son también las compañeras más íntimas de la agonía. Presentes en la soledad son las cooperantes más pacíficas del mal o el desatino.

Puede adquirirse casi cualquier artículo  en El Corte Inglés pero la compra de la sábana -así como de todo aquello que se relaciona con la cama- comporta una exposición personal en la que el pudor turba para llegar a una elección serena. Esa serenidad es, sin embargo, tan necesaria en la compra como después en contacto con el juego de cama que para ser efectivamente un mundo lúdico debe prestarse al sosiego, la voluptuosidad o el jeribeque que , en muchos sentidos, corresponde a la prenda interior. Interior de la casa y del sujeto, sujeta a la cama  al cuerpo: prenda que cada noche emprende con nosotros un viaje indeterminado y que, sea cual sea su objeto, brinda una navegación a vela donde las sábanas efectivamente nos acompañan por suaves espacios de agua..

Con otras pertenencias viajamos durante el día y de aquí para allá pero efectivamente las sábanas son una suerte de túnica o sudario que nos espera en un lugar fijo y desde donde nos desplazamos inmóviles hacia un horizonte de espumas. Espumas marinas, espumas de color negro.

Porque, de una parte las sábanas son un envoltorio listo para resguardar la estancia del cuerpo y de otro se comportan diariamente como un animado sudario en donde nos refugiamos y nos callamos sin voz o sin vida.

Así el silencio en donde creemos dormir se presenta como una clase especial de transparencia. El principio acaso de lo transparente. Todas las otras formas  de la transparencia poseen en su interior el ánima vacua del silencio y de ese modo son tan mágicas o inquietantes.

El silencio sería el fluido en el que el ruido se disuelve desprendido de impurezas. Con lo cual la sábana sería el ruido primigenio, el punto del ruido, aún puro, que se anticipa a su son y vive en la fundamental acústica  del silencio. Con el silencio llegamos lejos, silenciosamente, mientras con el sonido de inmediato topamos con obstáculos. Todo obstáculo levanta un muro acústico, produce ruido, mientras todo vacío, todo solar desnudo promueve la metáfora ideal de la sábana en silencio, sin mácula, sin metáfora, sin proyecto.

El silencio patina,  plancha la sabana con su espalda y en su seno nos posee allanados. Porque mientras el ruido posee, por definición relieve, existe en la anfractuosidad, el accidente o la cordillera, el silencio es por naturaleza  horizontal, producto afín  al  desierto y el lago,  efecto de la noche sin nadie y de la luz sin paramentos.  Este silencio siempre horizontal hila la sábana y su fabricación idónea se corresponde con la dejación del sueño, o la parálisis.

Dormir sin nada ni nadie, dormir extendido y plano,  cerrar los ojos ante cualquier dificultad que impida la dulce transparencia de la nada. .

Toda ornamentación es argumento y alharaca mientras el lienzo esencial, como en pintura, carece de sonido y de palabra previa. Ama o no ama sin decir nada y nuestro yo en ella se unta de una ausencia absoluta o del olvido sin rostro ni adherencias. El ser herido o traicionado halla un amparo indecible entre las sábanas para morir o para desintegrarse. Su fantasmal disolubilidad es equivalente a la capacidad de camuflaje a que induce la mismísima sábana, tan muda y alba que recuerda en su peculiar pasividad  a la antitética personalidad del espejo: el espejo nos odia, nos quiere y siempre nos fulmina en un relámpago, la sábana más cándida y maternal, más lenta y primitiva, nos ama y nos ama.

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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