
Eder. Óleo de Irene Gracia
Vicente Verdú
No crean nada que relacione directa o indirectamente la moda con la situación económica o social. Las faldas no suben cuando la bolsa sube ni bajan cuando la bolsa baja. Estas señales no sirven sino para forzar una interpretación racional de un fenómeno tan arbitrario como es la moda. Toda moda es retro y toda moda se inspira en lo que antes fue fealdad. Convertir el pasado en presente y lo feo en hermoso es el desafío interior del mundo de la moda, su pugna intestina y continua en la que intervienen todos los factores propios de la sastrería que, como bien ha demostrado su historia, constituye lo más libre y estrafalario que se pueda imaginar.
En la vida del vestido, las ropas llegan al principio para abrigar pero a continuación cada prenda establece sus principios. ¿Vuelven las hombreras? ¿Se llevan las botas? ¿Prima el color berenjena? Todo intento de asociar los factores de la moda con otros fenómenos de su entorno históricos suelen ser tan cursis como idiotas. Si hay moda es precisamente gracias a que nadie es capaz de relacionarla ni predecirla y, por tanto, puede mantener el alma de su temporada infinita: la novedad.