
Eder. Óleo de Irene Gracia
Vicente Verdú
Frente a la pérdida de autoridad del maestro ya se han propuesto algunas soluciones prácticas tales como instalar las viejas tarimas en las aulas y, complementariamente, obligar a que los alumnos se dirijan al profesor de usted.
La solución de la pérdida de otro importante valor tradicional como fue el sentido del esfuerzo se encuentra en estudio bajo el dilema de o bien cargar a los alumnos con sacos de arena o bien hacerles calzar zapatos con suelas de plomo. Mediante artilugios de esta naturaleza, relativamente baratos, hay quien piensa que puede restablecerse el orden perdido y a través de cuyo vacío discurre hoy tanto el abstencionismo escolar, la desidia o la pereza, como la agresión física al docente sea a cargo del alumnado o de su inmediata parentela.
En general, el desconcierto en este y otros asuntos empuja a buscar socorros en el concierto pretérito y por grotesco que parezca. Sin embargo, el desconcierto lleva al ruido más que a la melodía que pudiera entenderse en el nuevo paraninfo de la enseñanza o bajo los techos de la educación doméstica.
Una nueva, no obstante, una nova canço, es indispensable para que la educación dentro y fuera del aula recobre su función. Educar era antes imponer. Ahora, muchos padres sostienen que "educar es pactar". Puede que no vayan descaminados. A la Guerra Fría ha sucedido la Negociación, a la destrucción del rival económico el método del win-win, a la idea de arrasar al enemigo elaborar alianzas con él. El enfrentamiento propio de la vida en pirámide sigue la joint-venture de la vida global. Nos aliamos con el contrario para deshacer el veneno de su negación. En el remedo de procedimientos pasados se hace el ridículo, el encono aumenta y la solución no llegará jamás.