
Eder. Óleo de Irene Gracia
Vicente Verdú
La sociedad de los niños huérfanos. Este es el título de un libro (Ediciones B) que ha escrito Sergio Sinay con este subtítulo: "Cuando los padres y madres abandonan sus responsabilidades y funciones". Cuando los padres abandonan o cuando no pueden dejar de abandonarlas, funciones y responsabilidades, presencias y audiencias.
El caso viene a ser, de todos modos que, independiente de que vivan supuestamente juntos, no tener normas, ni prohibiciones, ni consejos fuertes, los niños se desenvuelven como pueden y crecen a la deriva con sus bandas, sus pantallas y sus deseos consentidos. Se trata de una deriva que al prolongarse les hace viajar hacia un espacio donde la orden, la prohibición o incluso la sugerencia paterna "los rayan" o en todo caso "pasan de ella", pasan del padre que no está y de la madre que les incomoda de vez en cuando con sus advertencias, a menudo inoportunas o fuera de consistencia. Acostumbrados, en suma, a desenvolverse sin la presencia de los padres, cuando los padres se dirigen ocasionalmente a ellos vienen a comportarse, por lo general, como personajes molestos o extravagantes o insoportables. Antes los hijos debían querer (y acaso querían) a los padres y los padres querían a los hijos. Sin embargo, actualmente, a fuerza de estar solos, los hijos no experimentan que los padres se interesen realmente por ellos y ellos, a su vez, se desinteresan paralelamente de los padres. Puede que todavía se quieran pero esa relación se ha relajado hasta volverse tan laxa que cuando se manifiesta los lenguajes chocan o son incapaces de ensamblarse. De uno y otro lado. Acostumbrados unos y otros a no hablar o hablar mínimamente entre sí, las historias que podrían compartir han avanzado ya demasiado como para no hacer fatigosa la tarea de referirse a su principio su desarrollo, el estado actual de las cosas y el conjunto de sus significados. No son huérfanos. Ni unos ni otros parecen privados de esa oportunidad paternofilial pero el efecto real es que los padres viven sin hijos y los hijos sin padres entre silencios, reproches, malentendidos, disgustos, reproches y grandes estruendos de puertas.