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Al César lo que es del César

Por 25 de mayo de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Rafael Argullol

Rafael Argullol: Sería muy importante vincular la llamada crisis económica con unos determinados factores espirituales que han estado vinculados a esa crisis económica y vincular una posible salida de esa crisis a un cambio de paradigma en todos los terrenos, en el cual toda una serie de comportamientos oscurantistas de la última década vayan siendo superados. En ese sentido incluso es simbólica la foto a la que aludías, en la que Obama se rodea no de telepredicadores, pero sí de íconos ilustrados.

Delfín Agudelo: Aparentemente en ciertas decisiones o manifestaciones de Obama, tanto el de la fotografía como el mensaje enviado a Irán por la fiesta religiosa nacional, demuestran un aparente intento de desligamiento absoluto de un aspecto religioso frente a la manera como superar esa crisis. En la medida en que Obama intenta sacar las cuestiones religiosos para enfocarse en el avance comercial y pacífico, es innegable que existe una crisis religiosa en el seno mismo de la religión por lo menos vaticana que consiste en una toma de decisiones a contravía de un pensamiento global. Son muy diferentes las maneras de actuar de Obama y aquellas de Benedicto, por ejemplo.

R.A.: Respecto a dicha postura soy el producto de una determinada época, de un determinado camino personal, y creo que el único factor cohesionador que pueda haber en el mundo, en el terreno colectivo, es la tradición humanística e ilustrada. Soy muy respetuoso respecto a las creencias religiosas, pero para éstas mismas me pasa un poco que con las tendencias sexuales: forman parte del ámbito de lo privado. La religiosidad siempre la he entendido como algo extremadamente privado, que puede dar lugar a complicidades entre individuos, pero que el ámbito o esfera pública, el escenario democrático, tiene que estar regido por el ideal humanístico e ilustrado, en el cual pueden converger todos los pensamientos religiosos pero siempre que éstos queden en un segundo plano respecto a la prioridad de la ley democrática y del ideal democrático.

En ese sentido me parece tremendamente perjudicial aquella idea que tenía Bush y han tenido otros presidentes norteamericanos, en la que pretendían tener una comunicación directa con Dios; igual de perjudicial como que en estos momentos la predicación mundial -cobrando mucho dinero- que está haciendo Tony Blair, convirtiéndose en un telepredicador global. El evangelio en ese sentido tiene una frase inteligentísima para aplicación a nuestras sociedades: "Dar al César lo que es del César; a Dios lo que es de Dios." La religiosidad como la sexualidad tienen que ser estrictamente privadas. Pueden fomentar publicidades pero no tiene que ocupar la plaza pública. Ésta tiene que ser para aquellos ideales que el hombre ha ido forjando, y para aquellas leyes que el hombre se ha ido otorgando siempre a través de ese dinamismo de buscar una humanidad mejor. Por esto la religión no tiene nada que ver aquí.

 

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Rafael Argullol

Rafael Argullol Murgadas (Barcelona, 1949), narrador, poeta y ensayista, es catedrático de Estética y Teoría de las Artes en la Facultad de Humanidades de la Universidad Pompeu Fabra. Es autor de treinta libros en distintos ámbitos literarios. Entre ellos: poesía (Disturbios del conocimiento, Duelo en el Valle de la Muerte, El afilador de cuchillos), novela (Lampedusa, El asalto del cielo, Desciende, río invisible, La razón del mal, Transeuropa, Davalú o el dolor) y ensayo (La atracción del abismo, El Héroe y el Único, El fin del mundo como obra de arte, Aventura: Una filosofía nómada, Manifiesto contra la servidumbre). Como escritura transversal más allá de los géneros literarios ha publicado: Cazador de instantes, El puente del fuego, Enciclopedia del crepúsculo, Breviario de la aurora, Visión desde el fondo del mar. Recientemente, ha publicado Moisès Broggi, cirurgià, l'any 104 de la seva vida (2013) y Maldita perfección. Escritos sobre el sacrificio y la celebración de la belleza (2013). Ha estudiado Filosofía, Economía y Ciencias de la Información en la Universidad de Barcelona. Estudió también en la Universidad de Roma, en el Warburg Institute de Londres y en la Universidad Libre de Berlín, doctorándose en Filosofía (1979) en su ciudad natal. Fue profesor visitante en la Universidad de Berkeley. Ha impartido docencia en universidades europeas y americanas y ha dado conferencias en ciudades de Europa, América y Asia. Colaborador habitual de diarios y revistas, ha vinculado con frecuencia su faceta de viajero y su estética literaria. Ha intervenido en diversos proyectos teatrales y cinematográficos. Ha ganado el Premio Nadal con su novela La razón del mal (1993), el Premio Ensayo de Fondo de Cultura Económica con Una educación sensorial (2002), y los premios Cálamo (2010), Ciudad de Barcelona (2010) con Visión desde el fondo del mar y el Observatorio Achtall de Ensayo en 2015. Acantilado ha emprendido la publicación de toda su obra.

 

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