
Eder. Óleo de Irene Gracia
Vicente Verdú
La ansiedad engorda. Y no únicamente porque se tienda a comer más, muchos comen de menos sin que el efecto varíe. La razón de esta paradoja reside en que la ansiedad constituye de por sí una apegada sustancia muy cercana a la grasa y, aún más, a su exceso.
Alrededor de la grasa preexistente la ansiedad crea un cerco o excrecencia psicológica que tiende a expandirla y aumentar su solidez, su resistencia y su abominada consistencia.
Así como la tristeza enflaquece la ansiedad engorda y así como la tristeza tiende ideológicamente hacia nuestra desaparición la ansiedad nos proyecta fatalmente hacia la máxima presencia. Este involuntario movimiento de ostentación se concreta en el aumento del volumen y del peso, de la gesticulación o el ademán empalagados de torpeza.
El ansioso desea con fuerza algo que no consigue captar y se dilata anormalmente guiado por el instinto de aproximarse al objeto de su deseo. Hallarse ansioso es, paradójicamente, consecuencia de alguna importante carencia todavía sin remediar.
La tristeza aumenta el espacio interior, el vacío de sentido que se parece a un ayuno de vida pero la ansiedad incrementa la proporción hacia el exterior, ensancha el espacio de nuestra apariencia ante la falta de la presencia que se anhela. El resultado resulta ser, por tanto, necesariamente atosigante, tósigo, enfardado. Podemos inspirar fácilmente piedad desde el adelgazamiento pero suscitamos un silencioso rechazo estando gordos. La ansiedad halla de este modo un tratamiento y castigo injustos. Se trata de un sufrimiento humano pero el aprovisionamiento corporal que se padece nos dibuja ante los demás como poseedores de un exceso que, como todos, repele la compasión y apenas llega a colectar algún desganado consejo. En definitiva, el des-consuelo personal aumenta pero no para des-prenderse de aquello sobra sino para empeorar -desconsoladamente- mediante su flacidez el aspecto odioso que la ansiedad provocó antes. ¿No comer para combatir el peso que la ansiedad añade? ¿Forzarse a no comer tanto en la ansiedad para que cese su abrazo obeso? La ansiedad y su círculo envolvente, creciente y cebado de insatisfacción no acaba.
A menudo, aquellos problemas considerados banales o menores reproducen fehacientemente las formidables dificultades del ser. Siendo el ser ni más ni menos, como decía Shopenhauer, la dificultad de vivir.