
Eder. Óleo de Irene Gracia
Rafael Argullol

Delfín Agudelo: Te refieres a "Melancolía hermética", cuadro de de Chirico.
R.A.: Sí, me gusta mucho este cuadro porque pienso que es uno de los cuadros en los que se define mejor el lenguaje del primer de Chirico, que fue uno de los pintores verdaderamente rupturistas hacia el surrealismo. Uno de los pioneros, si no el pionero quizás más destacado en el inicio del surrealismo. Plantea ese escenario urbano desnudo, ese escenario que él llamaba pintura metafísica y que en todos los casos se remitía a los escenarios urbanos del quattrocento, pero despojado de todo elemento humano y que da esa sensación de incomunicación y de ausencia del factor humano que tanto fascinaba, por ejemplo, a Michel Ángelo o Antonioni. Por un lado es un de Chirico muy maduro y por otro lado sin embargo viene a recoger una de las tradiciones iconográficas más ilustres de todo el arte occidental, que es la tradición de la melancolía. De Chirico nos presenta esa estatua dentro de su cuadro, otorgando un efecto muy de chiriciano: él pinta esculturas, y esas esculturas pintadas por de Chirico en realidad tiene todos los rasgos de lo que ha sido la melancolía a través de la historia, esa dejadez, ese abandono, ese estado intermedio de lo que podríamos llamar la nostalgia de un mundo perdido y un estar en suspensión con respecto al presente. Por tanto, en suma, sería un cuadro en el que de Chirico nos mostraría de manera muy brillante que la auténtica vanguardia estaba basada en un estudio muy profundo y al mismo tiempo muy subversivo de la propia tradición.