Rafael Argullol

Delfín Agudelo: Se trata del cuadro "Benefits supervisor sleeping" de Lucien Freud que se vendió por 21,7 millones de euros en Christie’s de Nueva York el pasado mes de mayo.
R.A.: Sí, pero no se llegó a vender exactamente por esa cantidad si no que se vendió por algo menos de esa cantidad tan franciscana y humilde. Lo mejor del caso es que ese ejemplo ha servido para relacionar la actual crisis económica con el peligro de que el arte se desmorone. Me hace gracia eso porque la paradoja está contenida no solamente en el título sino en el propio contenido del cuadro. Me gusta comprobar cómo esa opulenta supervisora de los beneficios artísticos es al mismo tiempo la protagonista de la pintura más cara que existe actualmente por parte de un artista vivo. Y lo mejor es que Lucien Freud le haya puesto ese título a un cuadro en el cual al mismo tiempo se anuncia claramente la identificación entre arte y mercantilismo. No deja de ser sintomático de nuestra época que todos los medios de comunicación que se han referido a ese evento hayan relacionado el hecho de que el cuadro debió venderse por un poco menos de 21 millones de euros con el hecho de que el arte esté en peligro. Eso nos introduce al desvarío en que nos encontramos, en que la creatividad artística está puramente medida en términos de oferta y demanda, y además creo que es una manera muy irónica, a través de una ironía mordaz y negra por completo, Lucien Freud traslada eso a la pintura con esa especie de Venus deformada y completamente extravagante, que nos presenta con el extraño título de "La supervisora de los beneficios mientras duerme", y quizás soñando, o quizás trasladándonos sus pesadillas.