Vicente Verdú
Sólo muy excepcionalmente parece todo en orden. Lo correspondiente a la vida es la existencia de algún desarreglo de una u otra especie. Aceptar la existencia de algún desorden e incluso de algún desorden más intenso es una indispensable condición del equilibrio y por lo tanto de cualquier aspiración a ser feliz. Queda excluido como candidato a la felicidad todo aquel que se resista a convivir con algún grado de desorden. El desorden está indispensablemente unido a la vida. No aceptar ese desequilibrio es una manifestación de preferencia por la muerte.