Víctor Gómez Pin
Lo que José Lázaro pone de manifiesto es la inevitable sospecha de que, tras las tentativas de erigir la actividad del espíritu en absoluto, la pretensión-tratándose de la literatura- de "escapar a las contingencias del tiempo en una metáfora" se escondería simplemente el pavor a la finitud, y la imposibilidad de asumirla con entereza, que lleva nombre precisamente de religión.
Sospecha ciertamente inevitable que atraviesa en muchos momentos al propio Narrador de la Recherche, y que sólo puede ser superada si efectivamente la vida del espíritu se revela aunar tanto la asunción lúcida de nuestra condición finita como el sentimiento de lo relativo de tal destino, precisamente porque la propia fuerza del despliegue de las potencialidades del lenguaje, sea en forma de concepto sea en forma de creación artística hace que nuestra finitud no sea lo último.
Decía en mi borrador que bajo el prisma de la lectura de la Recherche, tanto los cuerpos de los humanos como sus almas moldeadas por las convenciones y las costumbres, jugarían en relación al lenguaje un papel análogo al de los recipientes en relación al líquido que contienen. Sin ellos, el líquido ciertamente se desparramaría, mas reconocer lo imprescindible de la función del vaso no ha de suponer la inversión de jerarquía consistente en estimar que el vaso mismo es lo que cuenta en realidad. Dudar de esta potencia de las palabras deja la puerta abierta al nihilismo:
Cuando el perezoso Narrador de la Recherche proustiana se encuentra embargado por el sentimiento de la trivialidad del lenguaje y la indigencia de la literatura, encuentra para seguir anclado en las falsas preocupaciones (de hecho mera escapatoria) de la existencia social, la coartada absoluta: «no merece la pena, me dije, renunciar a la vida mundana, dado que el tan traído y llevado trabajo, postergado desde hace tanto tiempo al día siguiente, no es algo para lo que yo sea apto, y quizás ni siquiera corresponde a realidad de ningún tipo» Si la Literatura no corresponde a realidad de ningún tipo, ¿Por qué habría el Stephen Dedalus de Joyce al que atrás me refería, de entregarse a ella?