Víctor Gómez Pin
Hay una justicia trágica en el hecho de que sólo se de felicidad propiamente humana (nada que ver con la indolencia que resulta de repudiar la tensión que el ser un humano conlleva) mientras la vida del espíritu perdura. Por esa justicia ontológica resalta inmediatamente la impostura de los que quieren recibir sin tener potencia para dar. El sentimiento de tal justicia ontológica hará que, admirando a quien da cabida a lo que exalta en su riqueza y la incrementa, el ser humano tenga fobia ante el impostor que sigue acogiendo lo que no es ya capaz de fertilizar. El bien dura lo que el espíritu resiste… sólo lo que el espíritu resiste. La apuesta a la que antes me refería tenía contenido en una proposición complementaria: al grado de resistencia del espíritu corresponde necesariamente un grado de plenitud.