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Palabras sin luz

Por 6 de mayo de 2009 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Víctor Gómez Pin

La luz en la palabra, tal es la metáfora con la que mi amigo Alberto Zedda, musicólogo eminente, intentaba designar la modalidad de uso del verbo que es razón común de manifestaciones tan diversas como la poesía, el coro trágico, el canto gregoriano, el canto bizantino… modalidad de uso del verbo que, a través de la Camerata dei Bardi florentina y Monteverdi, vendría a desembocar en la ópera. Alberto Zedda  se refiere obviamente a esa auténtica transfiguración que las palabras parecen experimentar cuando integran los rasgos propios de la música, hasta hacerse indisociables de la misma.  Pero, de tener algún sentido la conjetura de que en el origen  la música es nota consubstancial a la palabra  (musica ex linguae, en la expresión de Agustín García Calvo), la referida luz no sería sino índice de  que  la palabra que se escucha es eco de la palabra prístina.   

La luz en la palabra es quizás lo que falta cuando experimentamos una suerte de nivelación por lo bajo y, en  consecuencia, cualquier dificultad  (desde un  pérdida esencial hasta la más convencional frustración) proporciona  la excusa para decirse que todo es vano. Cuenta, sin duda el sentimiento de la decadencia biológica, el sentimiento de que, aun de ser cierto que  el lenguaje subvierte la vida,  tiene  anclaje en ésta y en consecuencia  el deterioro celular lo perturba, como perturba toda otra dimensión de nuestro ser. Corolario sería que al hallarnos  diezmados por el tiempo y ser ya imposible que la palabra  perdure en su agilidad, es ya también imposible que guarde potencialidad de hacernos sentir diferentes en el seno de los seres naturales y animados.  

La literatura es, desde luego, algo tan innecesario que su simple existencia confiere una suerte de respaldo a la idea de que, en definitiva, la vida propia o ajena, y también las vicisitudes por las que ésta atraviesa, bien pudieran ser un mero peldaño: una apoyatura para la construcción de algo que, teniendo sostén en la vida, va más allá de las reglas de ésta. De esta utilización y casi explotación de las vicisitudes dan cuenta los  textos  de la Recherche   proustiana relativos al ser humano como marcado por la imposibilidad de vincularse sin sufrir, y al hecho de asumir esta ausencia de armonía,  como condición de posibilidad de la obra. Las obras, nos dice el Narrador, son como los pozos artesianos, que se elevan en proporción a la capacidad de profundización en el dolor. Si esta subversión de la inmediatez  ha sido experimentada alguna vez como  destino propio del  ser cabalmente humano, entonces, la mera constatación de que flaquean las fuerzas para  tal proyecto puede abocar a la percepción de la vida como algo carente de finalidad.

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Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

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