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Muerte de las catedrales

Por 14 de abril de 2009 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Víctor Gómez Pin

Para completar el texto de ayer relativo a la misa dominical, cantada según el esplendoroso rito maronita, de Saint Julien le Pauvre en París, la cual sigue constituyendo una singular reliquia de espiritualidad que me atrevo a caracterizar de popular, en el sentido preciso de que es reflejo de una exigencia por todos compartida,  retomo de nuevo una reflexión de Marcel Proust, relativo a la muerte de las catedrales. No es quizás ocioso precisar que Marcel Proust, nada tiene de meapilas, y que su condición de judío por parte de madre (Hanna Arendt, ve incluso en él un cierto paradigma de asunción de tal condición) le hacía ser perfectamente consciente de la inmensa superchería que suponía la proclamada espiritualidad de la jerarquía eclesiástica. Y sin embargo escribió en el periódico Le Figaro este hermoso texto:

  "Supongamos por un momento que el catolicismo se ha apagado desde siglos atrás, que la  tradición de su culto se ha perdido. Únicamente monumentos (ya ininteligibles pero que provocan aún admiración) de una creencia olvidada subsisten: las catedrales silenciosas y desafectadas. Supóngase asimismo que un día los científicos, con ayuda de documentos consiguen reconstruir las ceremonias en otro tiempo celebradas; ceremonias para las cuales las catedrales habían sido erigidas, que constituían su cabal significación y su vida.

…Las esculturas y las vidrieras retoman vida, un misterioso perfume flota de nuevo en el templo, un drama sagrado se interpreta, la catedral vuelve a cantar. El gobierno subvenciona, con buen criterio esta resurrección de ceremonias católicas de un interés histórico, social, plástico, musical, cuya sola belleza parece superar lo que artista alguno ha soñado… Por desgracia… cuanto más elevado y más justo resonaría la obra cuando todo un pueblo respondía a la voz del sacerdote, se arrodillaba cuando sonaba la campanilla de consagración, no como estas representaciones retrospectivas con gélidos figurantes estilizados."

Doble muerte de las catedrales, cabría decir, pues su renacer por la vía de la erudita reconstrucción constituye para el autor algo así como el golpe de gracia, una suerte de equivalente desvirtuado de la auténtica emoción religiosa.  

Al comentar este mismo texto hace unos meses señalaba que también el arte sufre de ese desarraigo respecto a las condiciones en las que constituiría una ineludible  exigencia tanto del artista como de su receptor, también el arte sufre de la abstracción que borra su imagen de compromiso radical convirtiéndolo en tan delicado como insustancial manjar para espíritus cultivados.

Tal sucedáneo, no obstante, tendrá la fuerza suficiente para movilizar a esos ociosos que hemos visto caracterizados como vírgenes (o mancebos) del arte y que parecen serlo asimismo del sentimiento religioso: "…Caravanas de esnobs acuden a la ciudad santa, ya sea Amiens, Chartres, Bourges, Reims, Rouen, París,… y una vez por año experimentan la emoción que en otro tiempo buscaban en Bayreuth…Desgraciadamente estas cosas se hallan tan lejos de nosotros como lo está el piadoso entusiasmo del pueblo griego en las representaciones de teatro, de las que nuestras reconstrucciones no pueden procurar idea".

 

 

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Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

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