Jean-François Fogel
Era una noticia esperada: Barack Obama suaviza al máximo los viajes y contactos, dentro de las familias cubanas, entre EE. UU. y la isla de Cuba. Lo importante tiene que ver no sólo con el número de viajes autorizados y la importancia de las remesas sino también con la definición de la familia. Una familia cubana no tiene límite y se trata, claramente, de una posibilidad amplia de contactos entre los dos pases. La apertura de la isla a las empresas americanas de comunicaciones es otra prueba de lo que se intenta: promover un cambio en Cuba a través de la sociedad civil cuya existencia es negada por el gobierno cubano (más allá de las organizaciones religiosas, todas las instituciones en Cuba son contraladas por el Estado).
El envío de remesas en una isla cuya vida diaria es regida por la escasez es una gran noticia. Pero no es una noticia suave para el poder de los hermanos Castro. Basta recordar que el presidente que más daño hizo a la revolución cubana fue Jimmy Carter. Es el autor moral de la gran crisis cubana, que provocó la salida de más de uno por ciento de la población hacia Florida, a bordo de pequeños barcos desde el puerto de Mariel, en 1980. Unos años antes, en 1977, este presidente americano había permitido a los cubanos viajar a Cuba para visitar a sus familiares. La mera visión de los dólares en los bolsillos de estos turistas y de las fotografías de sus casas y carros en Florida había provocado un malestar en una parte de la población de la isla y un amplio deseo de votar con los pies para renunciar al socialismo.
Fidel Castro, que conoce muy bien el caso, se dedicó ya a comentar la noticia de la apertura de Obama. Su opinión, claro, es más negativa que positiva: Del bloqueo, escribe hoy, que es la más cruel de las medidas, no se dijo una palabra. Así se le llama piadosamente a lo que constituye una medida genocida. El daño no se mide sólo por sus efectos económicos. Constantemente cuesta vidas humanas y ocasiona sufrimientos dolorosos a nuestros ciudadanos. Hay que recordar, como siempre, que no existe un bloqueo sino un embargo. EE.UU. es el primer suministrador de Cuba (cada año le vende, entre otras cosas, 500 millones de dólares de comida).
El intenso debate en EE. UU. sobre el levantamiento del embargo que cuenta The New York Times hace pensar que el negocio puede ampliarse. Pero también una repetición de lo de Mariel es una posibilidad, pues es peligroso abrir la caja de los deseos y de los sueños. No sé si es por casualidad, pero Yoani Sánchez, nuestra querida bloguera publica de manera simultánea fotografías sobre Mariel. Hace unos días se le negó el permiso de salida aunque tenía visados para visitar a países extranjeros. No hay que equivocarse: Obama abre la puerta, Cuba mantiene la suya cerrada.