Víctor Gómez Pin
En estas reflexiones he presentado a menudo al Narrador de la Recherche como paradigma de una actitud heroica en la que la necesidad de la subordinación de la propia vida a la tarea artística constituye una suerte de axioma. Por eso resulta interesante esta visita al lupanar en la noche de guerra en un país cercado. Los versos de Paul Morand enfatizan el hecho de que esta bajada a los infiernos morales acentúa la radicalidad del protagonista en su exigencia creativa. Yo quisiera poner de relieve también el aspecto más convencional. Sin duda Marcel Proust es un frecuentador de burdeles en los que, satisfaciendo o no una pulsión, sí es seguro que extrae a posteriori una enseñanza. El aspecto redentor reside aquí. Si Proust fuera un mero observador (como, desgraciadamente para él, lo es de la guerra) no regresaría de los sótanos con esos ojos cansados a los que alude Morand. Los sótanos, simplemente no serían los de su alma. No habría redención ni bondad.