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Historias de cronopios y famas

Por 16 de febrero de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Javier Rioyo

Ya no nieva como entonces, como hace una semana. Ahora, del cielo te caen los clavos. Hemos pasado de una postal simbolista a un bolero social. Nunca seremos Suiza. Nunca escribiremos como Ramuz. Aún diría más, nunca seremos Cortázar. Como nieva menos, nos conformaremos con ser cronopios de ninguna parte, un cruce de madrileños y barceloneses, porteños y parisinos, un suponer. Las mejores ciudades son ciudades de libro. Ciudades que existen porque alguien ha sabido imaginarlas. Borges se inventó ciudades, mundos y nació en otra ciudad que también se llamaba Buenos Aires. Lo conocí en Madrid, bajo la cúpula del hotel Palace y rodeado de escritores; entre otros, Cortázar. Borges parecía el abuelito cronopio. Ahora le vuelvo a ver en esa ciudad, en ese lugar que ya parece mitológico por recuerdos de tantos cronopios que allí bebieron. ¿Dalí sería cronopio o fama? Cronopios o famas han vuelto al bar del Palace fotografiados por Jordi Socías, cronopiazo barcelonés, segoviano y madrileño.

Nunca seremos Suiza. Como nieva menos, nos conformaremos con ser cronopios de ninguna parte, cruce de ciudades

No fue mi único cronopio barcelonés/madrileño de la semana, me tocó pasear la noche madrileña y comprobar que mantiene las distancias con las famas, incluso con las esperanzas. Lejos del "don apacible", lejos del cielo de Terenci y Vázquez Montalbán, lejos de su Barrio Chino, en el centro más diabólico de Madrid, la escritora y periodista llamada Maruja Torres nos demostró que está más preparada para la ironía que para la seriedad de los velorios. Confundió una cena de altos cargos del Partido Popular con un velatorio castellano. Se asustó y regresó a su ciudad.

Los cronopios, ya se sabe, son muy despistados. Tanto como para perder una escultura de Serra. ¿O el ladrón no fue un cronopio? Yo, por si atacan de nuevo, antes del viaje al país Arco, quise tocar las toneladas de hierro en el Museo Reina Sofía. ¡Menos mal que la escultura sí le gusta al nuevo y peleón director del Reina Sofía! Pronto la gran exposición de otro cronopio a la madrileña, a la cosmopolita, que se llamó Juan Muñoz. Llegará con la primavera, en plena crisis y lejos de las ferias. La cosa está tozuda, aunque irreal; también los artistas, galeristas y demás aristas del negocio del arte se niegan a reconocer la crisis. No bajan precios. Arrieritos somos, el lunes de cierre y balance nos veremos.

Veinticinco años sin Cortázar, sesenta años con Sabina y seguimos buscando el destino de las explicaciones. Ésas que se amontonan en algún basural madrileño. Algún día también habrá que explicar el basural. Todavía conozco cronopios que siguen creyendo que un periódico es mucho más que unas hojas impresas que sirven para empaquetar medio kilo de acelgas. Yo también. Y sigo dando vuelta al día en ochenta mundos, con la melancolía de las maletas y el recuerdo de otro cronopio llamado Darwin.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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