Víctor Gómez Pin
La literatura nos da, según Marcel Proust, la oportunidad de acceder a esa confrontación que la pereza, la costumbre o la mera distracción nos han hecho apartar de nuestro horizonte, o al menos diferir. Esa confrontación es interior, se juega en nosotros mismos. Pero el interior de los hombres no es sino el lenguaje, de lo que se infiere que Marcel Proust nos invita, sea o no ayudándonos de la lectura a asumir algo muy radical que tiene que ver con el lenguaje.
No tiene sentido pensar que el escritor nos sugiere que debemos convertirnos en escritores nosotros mismos. La idea es más bien que luchemos por volver a la radicalidad del lenguaje, volvamos a tomarlo como objetivo, como fin en sí. Eso sí podemos hacerlo, aunque quizás no tengamos la potencia de ser recreación de un Virgilio. En este sentido la tesis de Marcel Proust, y su espejo en las reflexiones del Narrador en La Recherche, constituye una declaración ética, una invitación a adecuar nuestro comportamiento a lo que nuestra naturaleza pugna por realizar. Y cabe añadir que esta naturaleza es buena, que seguirla abre un horizonte de riqueza, mientras que todo está perdido cuando la repudiamos.