Víctor Gómez Pin
Mientras el caos financiero, y se supone que económico, se cierne sobre países como Islandia, en España se contempla la posibilidad de grandes fusiones, y se recuerda que las mismas se hallan en el origen de las dos mayores entidades de crédito de nuestro país. Un rotativo de Barcelona decía el lunes 13 de octubre en su titular que el objetivo de la reunión de los mandatarios el día anterior era "salvar la banca". Y sin embargo no había precisamente banca-rota, al menos en el caso español. Se nos recordaba ese mismo día que el sector había obtenido globalmente unos rendimientos un tres por ciento mayores de los ya enormes conseguidos en el mismo período del año anterior. ¿Qué pasaba pues en realidad?
Pues pasaba, y seguirá pasando, simplemente que hay banqueros y banqueros… Y el banquero gordo se come al banquero chico. Y en la misma mañana del lunes 13 en que se esperaba con angustia la reacción de las bolsas asiáticas, la radio daba cuenta de que el banquero español de nombre premonitorio husmea no sólo por aguas comunitarias sino norteamericanas (¿quién lo iba a decir hace tan sólo unos años?), a fin de hacerse con una entidad de la que el Señor apartó la mirada. Tienen razón los optimistas: de esta crisis, que dejará millones de damnificados, el dinero mismo saldrá robustecido, concentrándose en las manos exclusivas de los que mejor le hayan servido… Los designios del Señor…