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¿Fiesta con anfetaminas? Crisis sistémica y ofensa a sus víctimas (I)

Por 24 de julio de 2012 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Víctor Gómez Pin

"El país paga hoy por sus años de locura[…]La purga durará años[…] Europa ya ha faltado a su deber dejando que España se embriague en un decenio de artificial crecimiento[…]Europa no debe cometer dos veces el mismo error dejando al país perderse como en sus años de fiesta con anfetaminas" (Le Monde, domingo 22 de julio, Editorial)

Este blog ha tenido siempre la intención de constituir un lugar de reflexión filosófica, en la que juega papel predominante lo que podemos considerar como filosofía fundamental, es decir, la Ontología.  Pero el pensamiento no surge de la nada ni es producto exclusivo de un sujeto. Hacer abstracción de las condiciones sociales en las que la filosofía ha de forjarse y perdurar es traicionar el hecho esencial de que la filosofía constituye siempre una lucha  contra las condiciones sociales que la dificultan y tienden a erradicarla. Como decía el matemático y filósofo Gilles Chatelêt "la filosofía es una guerra contra la estupidez", pero no contra la estupidez accidental sino contra el orden social para el que nuestra "estupidez", o más bien nuestra alcahuetería genuflexa con sus imperativos   es condición de supervivencia. Por eso en en estas reflexiones metafísicas en el sentido etimológico del término voy introduciendo reflexiones como las que hoy me ocupan.

Al referirse a la llamada  Crisis  se habla a veces de  causas sistémicas y a veces de responsabilidades personales. Estas últimas en ocasiones serían debidas a impericia   y en ocasiones  a comportamiento corrupto, la cosa teniendo entonces  connotaciones morales. La responsabilidad moral no está tampoco ausente en los casos en los que  una persona cuyos poderes aparentemente  ejecutivos están de hecho condicionados por exigencias ocultas, cumple su función por así decirlo sin excesivos remilgos.

Paradigmático  respecto al último extremo es el  "affaire" TELECOM.  El responsable de la multinacional en los años en los que empleados suyos se suicidaban, argumentará sin duda que él se limitaba  hacer lo imprescindible para que su grupo no perdiera posiciones en el duro mercado internacional de las telecomunicaciones, lo cual sin duda es cierto,   pero ello no es óbice para que, en el plano estrictamente subjetivo se diría  que ese responsable realizó su tarea  con la misma diligencia con la que  ciertos torturadores  ( también sometidos a obediencia) cumplen  la suya.

Cabe discutir sobre la matriz del mal ha de buscarse exclusivamente en el sistema , considerando al ejecutivo o al político como  meros subordinados, o si parte de la responsabilidad reside en estos. Y como la moral no concierne a las estructuras sino a las personas, cabe preguntarse hasta qué punto la actual crisis ha de ser abordada en términos morales, o exclusivamente en términos de combate contra  una trama social   intrínsecamente  portadora de calamidad.

Pero lo que no cabe, lo que resulta directamente canallesco, es culpabilizar a aquél mismo que sufre las consecuencias del desastre, atribuyéndole una ciega complacencia en los aspectos miríficos del sistema y una pecaminosa falta de previsión por las cuales de alguna manera lo que ahora le sucede le estaría bien empleado.

Escribo esta columna el domingo día 23 de julio y no puedo saber la dimensión de la noticia que acabo de leer en la radio según la cual el Fondo Monetario Internacional habría ya tomado la decisión de rescindir la participación de la institución en la "ayuda" a Grecia, de tal forma que privado definitivamente  de fuentes crediticias este país se vería abocado a salir del euro. Pero en cualquier caso resulta simplemente ofensivo que comentaristas de la noticia confluyan en considerar que la cosa se veía venir, que desgraciadamente la loca irresponsabilidad de los ciudadanos griegos en los años de "bonanza" artificial a conducido al desastre. 

Al oír a estos comentaristas  uno podría pensar que el caos actual se debe a que (animados ciertamente por   un sistema irresponsable  pero sin precisar  que ese sistema era la concreción para Grecia del sistema mundial de economía de mercado),  hace cinco años los trabajadores griegos estaban en una permanente juerga de cuya resaca la comunidad de los países serios está en la imposibilidad de redimirles, pese a su buena disposición.

Esta visión simplemente es ofensiva para el taxista  de Atenas o el estibador de los cargueros del  Pireo, cuya jornada  hace un lustro era  como ahora de doce horas (ciertamente entonces mejor remuneradas). Ofensa que se infringe también a las víctimas de la crisis en nuestro país y ello en foros en los que cabría esperar un poco menos discursos menos ciegos, por no decir menos alcahuetes con el sistema generador de la presente indigencia. Me ocuparé en la próxima columna de uno de ellos.

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Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

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