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En el sueño… la contradicción del fariseo

Por 2 de octubre de 2020 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Víctor Gómez Pin

Todo el mundo tiene sus convicciones, aunque algunos sean más cautos que otros a la hora de exteriorizarlas. Algunas convicciones están fundadas en sólidos principios, sean de orden cognoscitivo o ético. Otras no han pasado por filtro alguno, son meros prejuicios. ¿Por qué se adoptan?
 
Obviamente no por esa inclinación inherente a los seres de razón que pone de manifiesto un niño cuando formula preguntas que le parecen urgentes, no cesando hasta que haya una respuesta, eventualmente fantasiosa. Pues, con independencia de que la respuesta sea o no correcta, lo importante en el caso de la interrogación infantil es que, momentáneamente al menos, satisface al deseo inherente a las mentes de razón y lenguaje. Nada que ver con el que dispone su vida teniendo escrupuloso cuidado de no oponerse a prejuicios en los que el orden social se sustenta.
 

Las convicciones sin base sólida, las adoptamos simplemente por conveniencia, ni siquiera forzosamente coincidente con el oportunismo, pues puede que ni siquiera se haya reflexionado sobre la misma. Se trata de una suerte de instinto que mueve a plegarse al entorno; efectivamente algo muy similar a lo que la vida misma constituye, aunque simplemente en lugar del entorno natural se trata ahora del entorno social. Cuenta sobre todo el argumento de autoridad, se cobija uno bajo aquello que da más seguridad.

Pero la cosa no queda ahí, pues la naturaleza de ser de razón no desaparece, y acaba mostrándose, aunque bajo una forma degradada. Y así, tras la sumisión, se buscan legitimaciones racionales a la misma. Ello es muy frecuente en el caso de las adscripciones ideológicas o directamente políticas. Supongamos que el entorno invita a abrazar tal o tal posición so pena de quedar excluido. Una vez sumisos tenderemos a encontrar argumentos que nos ratifiquen en lo noble, justo y racional de nuestro posicionamiento, es decir que nos protejan de todo desgarro interior, que nos permitan decir a la naturaleza, a Dios o a nuestro principal educador " gracias te doy señor por no ser como ese".

Sentirse del buen lado, sentirse así protegido y además sentirse en armonía con uno mismo: tal es el profundo motor subjetivo de todo posicionamiento que no venga determinado por la dura prueba que Platón establecía como condición de la legitimidad de una opinión, es decir la opinión fundada, enfrentada a la perezosa opinión meramente heredada.

A veces la aceptación pasiva de opiniones sin soporte racional es resultado de la mera estulticia, pero siempre se acompaña de pusilanimidad, cuando no de llana cobardía. Nunca en todo caso es acorde con la decencia.

Precisaré que la evocada armonía interior del reconciliado a este precio no dura siempre de hecho no dura ni un solo día, a menos que la persona en cuestión no duerma. Pues en los sueños no hay manera de evitar aquello de lo que en la vigilia se huye, y casi me atrevo a decir que en sueños no hay manera de ser estúpido. Por ello tantas personas tienen fundados motivos para temer la hora de dormir.

Este último aspecto es lo que yo llamaría la contradicción del fariseo. Pero como hemos visto hay contradicciones más radicales, o por mejor decir: la contradicción verdaderamente dura es aquella a la que se enfrenta el personaje en principio antitético, el que ha apostado a la opinión fundada, el que tras sumergirse en el campo eidético platónico, ve que tampoco los conceptos son estables, que también la ciudad de las ideas está sometida al cambio.

 

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Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

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