Víctor Gómez Pin
Me refería en la pasada columna a la actitud, crítica pero finamente resignada, de los legisladores americanos frente a las agencias de notación como Standard and Poor y Moody’s Investors Services , pero podría haberme referido a algo que a los españoles nos toca directamente:
El día mismo en que la plana mayor del gobierno alemán visitaba España, el ministro Federal de finanzas, Wolfgang Schaübe, publicaba en Le Monde un artículo en el que anunciaba que los estados desobedientes de la zona euro iban a "ser obligados (sic) a seguir una política presupuestaria y financiera responsable[…]No toleraremos (resic) que por una mala política minen su propia capacidad competitiva".
El señor Schaüble no recurre siquiera al lenguaje diplomático: tanto el "pobre"Portugal, como el "rico" (pero poderoso) Luxemburgo deberán- es un ejemplo- renunciar a que los salarios (mínimos incluidos) sigan el ritmo de la inflación. Si publicamente Schaüble habla de obligación y no tolerancia, ¿qué le habrá dicho en privado a su colega española? y sobre todo ¿qué le habrá dicho su jefa al presidente Zapatero? En cualquier caso nuestro presidente debe saber que la prolongación de la edad de jubilación o la supresión de los 420 euros constituyen sus reformas. El quizás no estaba en condiciones de evitarlas, pero si estaba en condiciones de decidir que no sería el instrumento de las mismas. A diferencia de todas las demás cosas del mundo, los seres de palabra no estamos exhaustivamente determinados. Si los políticos dejarán de hacer sólo lo que está mandado, de inmediato la idea de libertad tendría concreción social.