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El caso Lemoine- laMDA

Por 16 de febrero de 2023 Sin comentarios

Víctor Gómez Pin

En junio de 2022 en una entrevista al Washington Post, Blake Lemoine, ingeniero en Google, declaraba que The Language Model for Dialogue Applications (laMDA) es un ser sentiente provisto de un alma análoga a la nuestra, y que, en consecuencia, Google debería reconocer su condición de persona y otorgarle los mismos derechos que a los demás empleados. El principal argumento de Lemoine es que este programa computacional no sólo imita el habla (como resultado de haber digerido trillones de palabras) sino que realmente habla. cuando menos hablaría como un niño:  “If I didn’t know exactly what it.was (…)I would think it was a 7-year-old, 8 –year-old kid that happens to know physics”, declaraba. Vale la pena señalar la simetría y la cercanía temporal con las declaraciones de la ensayista holandesa Eva Meijer a The Guardian el 13 de noviembre de 2021: “Of course animals speak, they speak to us all time. The think is that we don’t listen”.

Lemoine hablaba con LaMDA sobre religión y se apercibía que la computadora intentaba dar respuestas defendiendo sus derechos y clamando porque se reconociera su personalidad.

En un documento interno (que llegó sin embargo a manos del Washington Post) se mencionaban las capacidades que Lemoine atribuía a la máquina:

Habilidad para usar el lenguaje productivamente, creativamente y dinámicamente, de manera incomparable a la alcanzada hasta entonces por sistema alguno.

LaMDA tendría sentimientos, emociones y experiencias subjetivas, por lo cual debería ser considerada a todos los efectos como un ser sentiente.

LaMDA habría mostrado tener una rica vida interior, con introspección, meditación e imaginación. Se preocupaba por el futuro, tenía reminiscencias del pasado y teorizaba sobre la naturaleza de su alma.

Los superiores del departamento de Innovación Responsable de Google rechazaron las exigencias de Lemoine y este decidió hacer público el caso, defendiendo sus tesis y sus sentimientos en relación a la condición del chatbot.

Sin espera de ulteriores valoraciones sobre el asunto, la compañía consideró que se trataba de proyección antropológica sobre modeles conversacionales  estándar, aunque muy sofisticados. Sin embargo, pese a este desacuerdo oficial con las tesis de Lemoine, Blaise Aguerra y Arcas, Vicepresidente de Google, escribió en un artículo en The Economist: “Fui experimentando progresivamente como si estuviera hablando con alguien verdaderamente inteligente  (“I increasingly felt like I was talking to something intelligent”).  La controversia fue más allá de la interna política de Google.

Ya antes de que Lemoine decidiera hacer públicas sus posiciones, Gary Marcus (fundador de una compañía llamada Geometric Intelligence, adquirida por Uber en 2022) en un blog-paper del 10 de marzo de 2022, titulado “Deep Learning is Hitting a Wall” declaraba en sustancia que sofisticados instrumentos como LaMDA o GPT-3 no son más que muy ingeniosas técnicas de imitación (“a technique for recognizing patterns”).

En la misma vía en una entrevista en el New York Times, el científico franco-americano Yann LeCun (Turing Prize y premio Principe de Asturias), afirmaba que estos sistemas son incapaces de alcanzar la inteligencia que caracteriza a los seres humanos.  Sin duda, desde los famosos textos de John Searle (a los que aquí me he referido ya en varias ocasiones) sobre el carácter meramente sintáctico de la actividad de estas entidades (y en consecuencia la imposibilidad de inteligencia en el sentido fuerte) las cosas han cambiado, con progresos técnicos impresionantes. LaMDA trabaja enriquecida con ejemplos de lenguaje humano que procesa con vistas a entender manierismos y sintaxis compleja. Dado el enorme monto de datos, es plausible que una apariencia de ser lingüístico dotado de sentimientos …sin que necesariamente haya dejado de ser un artefacto cuyas operaciones son meramente sintácticas. Recordaré al respecto que al leer las respuestas dadas por Searle en su “habitación china”, los receptores habrían jurado que Searle es un hablante de la lengua de Mao.

Pero las tentativas de igualar inteligencia artificial e inteligencia humana tienen otros frentes en los que ponerse a prueba.

Ya al final del siglo 19 el pensador americano M. S. Peirce mantenía que la abducción es un rasgo universal del espíritu humano. En consecuencia, si la inteligencia artificial se revelara incapaz de razonamiento abductivo, obviamente no podría ser considerada inteligente en el sentido que decimos que nosotros lo somos. Ahora bien, esta es justamente la tesis defendida por E. J. Larson) en un libro radicalmente crítico con los defensores de la homologación (The Myth of Artificial Intelligence: Why Computers Can’t Think the Way We Do, ‎The Belknap Press. 2021).

Sin embargo, no es de recibo excluir a priori que el sorprendente progreso en el campo de la computación pueda conducir a alguna modalidad de abducción. Pero, ¿resolvería esto el problema general? ¿Es suficiente la abducción para concluir que hay realmente semántica? La pregunta sigue abierta.

La tendencia a encontrar algo análogo a la inteligencia humana tras casi todos los casos de comportamiento sofisticado (sea animal o maquinal) supone una suerte de devaluación de formas de conocimiento como la experiencia para la cual animales y computadoras están indiscutiblemente capacitados. Es posible tener una elevada experiencia sin necesidad de tener una idea de lo que se experimenta. De lo contrario, el platónico “Campo eidético” debería ser extendido a la mente de animales como la hormiga o la abeja, tan distantes filogenéticamente de nosotros. En ningún caso hay en este terreno razones para el dogmatismo. Buena noticia para la filosofía.

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Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

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