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De Dios como metáfora (Teorema del libre albedrío) a Dios como hipótesis lógica

Por 31 de agosto de 2017 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Víctor Gómez Pin

Respecto a la vinculación establecida en la penúltima columna  entre el problema de Luis de Molina y el planteado en el teorema del libre albedrío se objetara de inmediato que en un caso se trata de una cuestión teológico- filosófico y en el otro de un problema científico-filosófico. Pero no es seguro que la frontera sea nítida.

"Einstein no podía llegar a creer que ‘Dios a juega a los dados con el mundo’, sin embargo podríamos conseguir que se reconciliara con la idea de que Dios deja que el mundo siga su ruta en libertad".  En esta frase (que citaba aquí  la primera vez que  evoqué el teorema del libre albedrío) Dios es obviamente una metáfora, mientras que en  la argumentación de Molina es protagonista directo y principal. Sin embargo en una reflexión sobre las bases mismas del teorema la hipótesis misma de Dios puede aparecer en toda lógica. Y ello a partir de la consideración de la premisa esencial, la módica cantidad de libre albedrío del que los investigadores se hallarían provistos[1]. En efecto:
 
Además de los tres axiomas  vinculados a la física que he mencionado, el teorema se sustenta en la asunción (Free will assumption en el texto) de la libertad del físico para elegir una u otra dirección a la hora de proceder a la medición. Pues bien: cabe ciertamente la hipótesis de que la libertad del físico es ficticia.  Cree elegir el experimento que va a realizar (argumentará  el determinista), pero en realidad está absolutamente marcado: sea por lo que la comunidad científica espera de él; sea por las circunstancias de su pasado; sea  porque todo en el mundo responde  a un encadenamiento y… no habría  razón para considerar que el ser humano constituye una excepción a lo que ocurre en el mundo. 
 
Ciertamente un humanista se revelaría de inmediato ante el último argumento: siendo el lenguaje de los seres de razón el testigo de los acontecimientos naturales, y en consecuencia de esa ordenación de los mismos que hace de ellos precisamente un mundo, siendo incluso el testigo único de que hay sentidos que perciben ese mundo ¿cómo reducir el lenguaje racional del experimentador a la condición de los objetos de su experimento?
 
El argumento del humanista no es desde luego científico, ni puede  pretender  serlo  (siendo un producto del ser humano la ciencia no puede dar cuenta del ser humano), pero sí es desde luego un argumento filosófico. Me atrevería  casi a decir que es un argumento de sentido común, si este último no estuviera desviado  hacia todo un espectro de falsas querellas  cuya función es mantener entre paréntesis todo aquello  a lo que inevitablemente ha de confrontarse el ser humano.
 
Sin embargo, aun aceptando la base de partida del humanismo, aun situando al ser humano como unidad focal de significación del  entorno natural, el determinista no tirará la toalla. Pues en última instancia aun cabe esa hipótesis del Dios que ni jugaría a los dados… ni dejaría al mundo ser libre,  contrariamente a la frase de Conway y Kochen que citaba más arriba. Como antes indicaba, Dios es aquí una metáfora, pero  puede también convertirse en una seria hipótesis y ello simplemente siguiendo  el  sano método de la duda cartesiana:
 
Supongamos que nos instalamos en la evocada  tesis según la cual el lenguaje de los seres de razón tiene prioridad ontológica sobre el entorno natural. En ese caso ganamos ya algo a favor del punto de arranque del teorema: como mínimo lo que determina la elección de la dirección de los aparatos para medir el spin se situaría a un momento u otro en la historia del espíritu, y (¿por qué no?) con independencia de todo lo que me ha configurado  anteriormente; en suma: sin que cuente la información que he recibido en el pasado, los acontecimientos que he vivido y los rasgos que determinan mi carácter…  elijo poner el aparato en la dirección z en lugar de ponerlo en la dirección x.  Y, sin embargo:
 
¿Hay razón apodíctica para afirmar que dios alguno había decidido, y por ende pre-visto, que esta "libre" elección mía consistiría en poner el dispositivo en la dirección z? La hipótesis hace sonreír pero -vista con discernimiento- no tanto por  ir contra la razón como por contradecir arraigadas creencias que forman parte de mi personalidad. Al no ser contradictoria en sí misma,  la hipótesis del Dios previsor se diría que  repugna más a la psicología que a la lógica; desde el punto de vista de esta última  no puedo excluir la conjetura de que un dios ha determinado desde más allá de los tiempos el uso bueno o malo que  yo haría de mi  libertad. Para el teorema del libre albedrío la consecuencia es grave,  pues no habría seguridad del punto de arranque, a saber esa módica provisión  de libertad que los autores  reivindican para (con ayuda de complementarias  premisas) demostrar la no obediencia de las partículas a su propio pasado.

[1] "If indeed there exist any experimenters with a modicum of free will, then elementary particles must have their own share of this valuable commodity"p.1

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Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

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