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Cuarenta años de edad: ¿Estéril para las matemáticas?

Por 7 de noviembre de 2008 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Víctor Gómez Pin

Decía que Rita Levi- Montalcini había sentado las bases de la tesis según la cual se podía ejercer investigación de punta por ejemplo a los 40 años. ¡No faltaba más¡, se objetará quizás, considerando que a esa edad una persona es hoy en día considerada joven. Y, sin embargo, no es por azar que mencionaba los 40 años. En 40 años, en efecto, el grupo de matemáticos franceses que respondía al seudónimo colectivo de Bourbaki fijaba el tiempo en la que la creatividad matemática habría alcanzado su límite (¡ello en los casos más optimistas!), razón por la cual aquellos que rozaban la edad ya podían sentirse expulsados del grupo.

Ni los miembros de Bourbaki eran genetistas, ni la genética había, en los años 50 (es decir, cuando el grupo se hallaba en su cenit) alcanzado ese crecimiento exponencial que siguió al descubrimiento del ADN. Los bourbakianos, sin embargo, generalizaban por inducción (cosa grave en un matemático). De la trivial constatación de que los individuos dan muestras de debilitamiento de la potencialidad intelectual a edad aún temprana… concluyen que el ser humano es rápidamente un ser intelectualmente débil. Razonamiento análogo al que supondría concluir que no hay heroicidad en el ser humano, a partir de la constatación de que los individuos que nos rodean están muy lejos de preferir la libertad a la vida, o de mantenerse fieles (cuando ello tiene un precio) a una palabra avanzada.

Cierto es que en la época de Bourbaki esta convicción tenía base en una vulgata científica que hasta muy recientemente no ha dejado de ser operativa. Se creía en efecto que el monto de células cerebrales, de las que se haya dotado el ser humano desde el nacimiento, va reduciéndose con el tiempo sin posibilidad de reposición, y ello por mucho que se constatara que en el resto del cuerpo sí se da un cierto grado de reposición de órganos.

/upload/fotos/blogs_entradas/la_paradoja_de_la_sabidura2_med.jpgEn su libro de 2005, La paradoja de la sabiduría, el neuropsicólogo Elkhonon Goldberg señala que la tesis de la no renovación celular en el cerebro humano se mantuvo pese a los trabajos sobre animales realizados por investigadores como Fernando Nottebohm y Joseph Altmann. Se había demostrado, en efecto, que en determinadas circunstancias en las que el cerebro de ratas se mantenía activo se constataba una proliferación neuronal de hasta un 15 por ciento.

El escepticismo respecto a que algo análogo pudiera ocurrir en el ser humano revelaba, cuando menos, una suerte de pesimismo sobre nuestra naturaleza. Algo felizmente está cambiando al respecto: "Se ha podido demostrar, por ejemplo, la aparición de nuevas neuronas en el hipocampo de adultos humanos, un descubrimiento que se debe al científico sueco Peter Eriksson. Más aún, la proliferación de nuevas neuronas no se produce únicamente en los cerebros sanos, sino también en los de pacientes afectados por la enfermedad de Alzheimer"( E. Goldberg La paradoja de la sabiduría. Traducción de Joan Lluís Riera, Crítica: Barcelona, 2006, p. 279).

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Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

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