Víctor Gómez Pin
Aristóteles que asistió al derrumbe de sus tesis sobre la a-temporalidad de las especies, Aristóteles que vió un día como la matemática (en el pensamiento de Cantor y de Abraham Robinson ) abría camino al infinito numérico por él repudiado, Aristóteles que asistió con estupor al alcance por los físicos de "niveles cada vez más profundos de vacío"…Aristóteles que, en suma, vió como el pensamiento ulterior procedía a relativizar el suyo propio a la manera como él había relativizado el pensamiento presocrático…no hubiera quizás podido conjeturar que se pondría en tela de juicio el horizonte mismo de principios y conceptos que él había consignado y erigido precisamente en condición de posibilidad de la razón y el juicio. Pues la Physis se muestra hoy reacia a las propias redes conceptuales con las que se intenta aprehenderla, lo cual supone un viraje mucho más radical que todas las transformaciones de la misma a la que han dado lugar los grandes saltos históricos de la ciencia, los cuales eran respetuosos de un trasfondo conceptual que servía de común denominador. Avanzo algún ejemplo de estos virajes
La Physis ha podido ser considerada como marcada por vínculos de contigüidad excluyentes del vacío, pero también como un ámbito puro, continente de la materia y en el que se desplegaría (cuando tal concepto fue introducido) el campo. "No hay espacio [al menos] sin campo…" llego a decir Einstein, quien sin embargo no fue constante en su concepción del lazo entre materia y espacio-tiempo.
Por su parte, el éter, para el cual toda la materia era porosa, parecía morir y resucitar como elemento de la physis, hasta que ciertos experimentos precursores de la teoría de la relatividad recibió el golpe definitivo.
El continuo que caracterizaba a las manifestaciones de la Physis, que eran la energía y el campo electromagnético, mudan en montos de elementos discretos en las conjeturas respectivas de Max Planck y de Einstein….Podría seguir dando ejemplos
Pero tras estos virajes (en ocasiones muy bruscos), a la hora de hacer conjeturas sobre el trasfondo oculto a la percepción inmediata (el cual explicaría los fenómenos de la naturaleza) un reducto permanece, como decía, inalterado.
Pues tanto si la materia y el campo agotan la Physis (lo que haría del espacio y el tiempo meros epifenómenos) como si son una mera perturbación del espacio-tiempo; tanto si la aparente diversidad de las substancias individuales se destaca sobre un soporte de continuidad o si elementos últimos -auténticos átomos- vendrían a dar razón a las tentativas de explicación discretista… en un polo u otro de las diferentes conjeturas no parece pensable ( es un ejemplo) que lo intrínsicamente continuo se comporte como si fuera discreto o que una partícula elemental (paradigma de individualidad y de localizada discreción) tenga efectos en dos sitios a la vez.
No parece pensable lo anterior, como no parece pensable que lo que acontece en una situación determinada deje de acontecer si esa situación se repite en todos y cada uno de sus extremos, no parece pensable -en los términos de Aristóteles- que el aparente azar no sea subjetiva ignorancia del conjunto de las causas que intervienen, de tal modo que el conocimiento exhaustivo de las mismas determinaría el acontecer.
No parece, en consecuencia del punto anterior, pensable que lo que acontece no marque lo que acontecerá (salvo, reitero, para nuestra ser tallado por la ignorancia) y que lo que aconteció no sea la clave de lo que acontece. Y al no parecer pensable en general que el devenir no sea concretización de la ley, sería impensable en particular que esa misma ley no marque el devenir destructor, lo que denominamos tiempo, el proceso por el cual – en ausencia de intervención exterior- la simiente se corrompe; pues si la actualización de la potencia el paso de simiente a planta exige intervención exterior, la potencia de corrupción pasa al acto por si misma.
No parece pensable que el todo formado por varios individuos no sea despliegue de los mismos en un marco de consecución o contigüidad, despliegue que garantiza la indivisión de cada uno de ellos con respecto a sí mismo y su separación respecto de los demás; no parece pensable en concreto, que dados dos individuos A, B, una parte A1 del primero se halle intrínsicamente vinculada a una parte B1 del segundo, mientras que las partes A2, B2, se vinculan por su cuenta, formando así una entidad intrínsecamente holística.
No parecen pensables estas y otra serie de cosas quizás porque el pensar quedó determinado por la exclusión de todo ello, en razón de ser contrario a los corolarios de ciertos principios: principios erigidos en rectores tanto del entorno natural como del espíritu que lo refleja; principios en cuyo establecimiento el Estagirita desempeñó un papel fundamental.
Mas, como aquí hemos ido viendo, la obviedad de tales principios es puesta en tela de juicio por una disciplina científica de nuestro tiempo a la vez determinante del mismo e introductora e de profundo desconcierto:
Determinante, la Mecánica Cuántica, no sólo por efectuar descripciones cuyo grado de matización carece de precedentes y establecer previsiones que se verifican con sorprendente regularidad, sino por tener una gigantesca capacidad de operar sobre el mundo, multiplicando exponencialmente las potencialidades de la tecnología y en consecuencia pesando sobremanera en la economía mundial .
Desconcertante, la Mecánica Cuántica, porque a la vez que se ve abocada en mayor grado que las disciplinas científicas anteriores a plantear interrogaciones sobre los rasgos últimos o universales de esa naturaleza que con tanta acuidad describe, y sobre la que efectúa tan formidables conjeturas, socava los principios mismos que le permitirían efectuar esta operación tendiente a la inteligibilidad.
Pues para intentar superar al estupor provocado por la verificación de las conjeturas avanzadas por los Bohr, De Broglie, Bohm, Schrödinger, Heisenberg, o Bell… para insertarlas en un modelo inteligible, el pensamiento no disponía de otras armas que los principios antes evocados de contigüidad, de realismo, de individuación, de causalidad…Y no había concepto más general que el aristotélico concepto de sustancia y los rasgos a la sustancia asociados de ser susceptible de movimiento o de reposo, de tener energía correspondiente a una u otra situación, de hallarse ubicado, y un no muy largo etcétera. Principios y conceptos que con mayor o menor sofisticación o acuidad en su presentación remontan al pensador de Estagira…comprometido inevitablemente en la relativización o derrumbe de los mismos.
De ahí lo inevitable de tomar distancia, separarse de Aristóteles, separarse de aquel que permitió pensar incluso lo que era contrario a sus tesis… razón por la cual las diatribas en el seno del pensamiento seguían siendo diatribas aristotélicas. Separarse en suma de quien con toda justicia era El Filósofo, a la vez que era El científico, lo cual no es óbice
para que el XXIV centenario de su nacimiento en 2016, constituya la más obligada ocasión de agradecida evocación filosófica.