Vicente Verdú
El suicidio es la primera causa de la muerte femenina entre los 30 y los 34 años, dice un estudio que ha difundido la agencia EFE. Si no fuera por aquella noticia del suicidio de la hermana de la princesa Letizia, se diría que las mujeres españolas no se matan nunca o apenas se les ocurre hacerlo.
Cada acto de violencia de género concluye casi cada día tanto con el asesinato de ella como con el suicidio de él. Al revés no se conoce nada por el estilo. Las mujeres, aunque en proporción menor, también matan a sus parejas pero a ellas prácticamente nunca se les ocurre darse muerte tras cometer el parricidio. Por unas cosas u otras, las mujeres de las que se dice que padecen más enfermedades crónicas que los hombres, se aferran con más intensidad y duración a la vida. La vida es naturalmente más femenina que masculina y su maternidad induce a pensar así.
Entre los 30 y los 34 años apenas transcurre un periodo significativo pero el estudio lo considera crucial en la vida psicológica de las actuales mujeres. Sometidas a la incompatible presión del hogar y el trabajo, la búsqueda de su identidad profesional, los primeros conflictos graves en la relación de amor, más la crisis general de la treintena.
No puede descartarse que la investigación exagere o se equivoque pero al llamar la atención hacia imposible que no fuera publicada. Lo sensacional desplaza a cualquier contrincante en los medios de comunicación.
En este caso, el supuesto no permite grandes conclusiones ni amplias extrapolaciones. La muestra se refiere a 1.300 pacientes femeninas encuestadas por el doctor Julio Zarco en las consultas de Atención Primaria y el sector social investigado, mayoritariamente de clase baja y emigrantes, no es representativo de la población femenina española global. Pero, aún así, el dato sirve como una luz centinela porque el suicidio posee una elocuencia atronante y siempre dice más en las sílabas de una mujer.