Vicente Verdú
Se dice que
hay mil maneras
de afrontar la vida.
Pero se resumen en una,
y muy vulgar:
no incluir
descuidadamente
la muerte.
Es decir:
vivir sin
recordar
qué es vivir.
Porque,
de este modo,
crece un sueño
parecido
a un gran botánico
sin puertas.
Ni entrada
ni claudicación.
Un enjambre
de plantas
movedizas
sin nominación
Todo ello envuelto
en un celaje
de flores y mariposas.
O una celosía
encalada
que, en su máximo,
trenzado
crea
la penumbra ideal.
Se vive así
sin vivir
en sí.
Así.
En la vida propia
vulnerable
y fatal.
Irremediable
Seguro de muerte
al cien por cien.
Lentes (o lutos)
de óxido que,
sin matar
todavía
impiden
contemplar.
Lentes medio ciegas
(ciénagas oportunas),
como cobre.
Arreglos
o lucernarias
del botánico
floral y artificial.
Lentes del alma
empañadas
de un temor
contagioso
en el universo
de la paupérrima
humanidad.