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Poema 77

Por 1 de febrero de 2017 Sin comentarios

Vicente Verdú

El final

da cuenta del fin.

Pero el fin,

como meta,  

parece un camino  

 alargado.

Tener un fin

alude, con frecuencia,

a poseer

una finalidad

y no necesariamente

temprana.

Tener un fin

concluyente

significa, por le contrario,

 asumir

una certera extinción.

Una existencia

que se consuma

y ya se  halla en consunción.

Esta es la lección.

Habituados

a consumir

y a terminar

plazos,

 la vida se compone

de segmentos

que acaban

pero no matan.

Acciones y escenas parciales

dentro del mismo drama.

Un amor, un  trabajo, un viaje,

un bocadillo, un verano,

una ilusión.

Los finales se repiten

sin cesar

como trances

sin demasiado clamor.

Terminaciones  

que amedrentan

y otras alivian del temor.

Raramente engullen

por completo

el pálpito

del corazón.

Pero  

¿y si el fin y la finalidad se funden?

¿Y si se yuxtaponen  

hasta formar

una sola

ciénaga hacia el porvenir?

¿Y si se junta la causa y su efecto  

en colusión nuclear?

En estos casos,  

como sucede supuestamente 

con los efectos atómicos  

se alza un gran vacío

y un polvo delirante

que nada puede paliar.

El vacío es la serpiente

deslizándose como un veneno.

El pecado trascendente  

al copular el fin con la finalidad.

Y en ese instante   

impera

de súbito

una fosca claridad,

una blancura sin su contraste

que anuncia

el advenimiento  de la nada.

La nada

la cima y la sima

del espectáculo total

Había y ya no hay.

La  materia

se desvanece,

concluye.   

O bien,

la muerte

no es sino esta magia

de la explosiva

desaparición.

Donde había

38.000 millones de neuronas

no queda vestigio alguno.

Todo se funde en el fin sin finalidad.

Esta es la lección del film

al concluir la película animada

Más allá

no hay resto ni grabación. 

Un instante más 

y la pantalla se vuelve blanca.

Blanco nuclear

y sin sonido alguno.  

Tránsito entre ser

 y ya no ser.

 

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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