Vicente Verdú
La vida
no es un material
de desecho
a pesar de que,
de antemano,
puede pensarse,
que se haya
condenada al vertedero.
La vida
es una larga y
delicada
emoción.
Una luminaria
supuestamente lentificada
O una ilusión
de nivel superior.
Todo esto
se comprime,
sin embargo,
en una bala
de acero encendido,
tan precisa
y criminal.
Tan atinada
e indiferente
que son
las películas del oeste
quienes poseen
mejor
el secreto de la muerte.
Una vitrina
opaca y colmada
del saber vulgar.
Sabor a fuego y
trigo.
Una experiencia
de la existencia
orgánica,
única y animal.
Un punto
central, frágil
y decisivo
en un pueblo
salvaje o mineral.
Un poblado
polvoriento
y anónimo
del más acá.