Vicente Verdú
Cuando uno siente que no es querido
es imposible quererse algo más.
O quererse algo menos.
El cero del cariño
opera como una célula
que envicia,
en tonos blanquecinos,
memorablemente lechosos
una sustancia de origen primordial
y detestable al olfato.
En el centro de ella desearíamos morir ahogados
Como seres ciegos.
Desearíamos acabar
como insectos
que ni siquiera han emitido
un sonido de lamento o de dolor.
Mucho menos un vermicular destino.