Vicente Verdú
Una súbita  cristalización
del llanto
hizo pensar 
que las lágrimas  
se habrían posado,  
entre las sombras,
fragantes 
como fresas.  
Sangre carmín
que florecía
perfumada e ilesa
en la memoria.
Sangre escarchada
que la propia muerte
habría transformado 
silenciosamente  
en golosina 
del dolor.