Vicente Verdú
La sinceridad sería una virtud
casi siempre,
pero siéndolo,
en casi todos los casos,
hay un supuesto en que
resulta indispensable
para mejorar la salud.
Se trata del expediente,
el proceso y el resultado,
emocional e intelectual
que acompaña a
la creación artística.
Ninguna obra,
de la clase que sea,
música, danza, escritura o canto,
se sostiene sin el limpio
zócalo de la verdad.
O lo que sería lo mismo:
sin la sinceridad del artista.
No hay firmeza en los cimientos
y el producto se derrumba.
La sinceridad es la primera garantía de calidad.
Y es igual a ofrecer un mundo,
por pequeño sea,
que nos mejora
y, a la vez,
nos corona de salud y poder.