Vicente Verdú
Mi hermano decía
que sin música
no sabría vivir.
Vivir sin música
ha sido
para mí
-gracias a Dios-
la melodía perfecta
de compañía,
desastre,
amor y soledad.
Se entonan
partituras
como versos
y los versos
se enlazan como
sucesos sonoros.
La sonoridad
o su armonía,
el son o su desarmonía
componen el zoo de cristal.
El auténtico zoo trasparente
donde habitamos
como mariposas
de notas
coloreadas.
Y siendo los colores,
sus tonos,
o sus reflejos
una sucesión sonora
que compone
la música sin ruído.
Esa música que
sin oírse hace palpitar
de forma genuina
la tristeza
o la enfermedad del corazón.
Y su alegría, una vez,
alguna vez.