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Los jet-lags

Por 21 de abril de 2008 Sin comentarios

Vicente Verdú

El avión no pita. A diferencia del tren, el coche o internet, el avión apenas ha aumentado su velocidad a lo largo de varias décadas. Como consecuencia, se registra la paradoja que al igual que antes el coche, el transiberiaino o la carreta tirada por mulas, un viaje largo en avión equivale a contraer una auténtica enfermedad. Décadas y décadas sin que el avión supere los 900 kilómetros por hora de media lo que siendo una alivio en trayectos domésticos -sin contar las penalidades antes y después del embarque- convierte en un cruel martirio los vuelos transoceánicos. De aquí para allá y de allá para aquí el viaje acaba infligiendo un fardo de malestar general apegado al cuerpo en todas sus distintas porciones, lo que denota el anacronismo de su prestación y, lo que es lo mismo, el fracaso de esta tecnología para procurarnos el normal cruce del espacio sin sufrir el terrible castigo del tiempo. O viceversa.

En suma, cada pasajero es desembarcado en el punto de destino con un malestar general y durable a la manera de haber sufrido la penalidad de un desplazamiento tan imperfecto como mal resuelto.

Las líneas aéreas, los empresarios de la aviación, las autoridades nacionales e internacionales, se comportan ante este problema mundial como si no sucediera nada del otro mundo. Ocurre, sin embargo, que todo pertenece, efectivamente, a la insufrible presencia del otro mundo. De un mundo caducado e incoherente que ante el paradigma contemporáneo de la comunicación súbita y total se comporta rarificando las conexiones y castigando la salud del viajero. Se comporta, de hecho, con una funcionalidad propia de otra época, del tiempo en que todo jet-lag se aceptaba por el culto al vuelo y su actual realidad que remeda los penosos desplazamientos de las viejas carreteras y los vetustos cacharros, nos parecía el no va más. Pero ahora, contrariamente, "no va a más", no pita y nos quebranta con su inconfortabilidad, su lentitud y su insoportable incompetencia.

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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