Vicente Verdú
A los niños les incitan a la lectura como si se tratara de adquirir una provechosa e incuestionable dosis de vitaminas o proteínas indispensables para vivir o pensa bien. Pero basta ya. La lectura, en sí, ni es buena ni es mala. Más bien es algo más engorroso que cantar u oír músíca, ver una película de acción o un programa de televisión..El libro- dicen los orates- nos hará libres, tal como si no se hubieran escrito nunca textos tan fanáticos como esclavizadores y tóxicos del pensamiento y la voluntad. No es la lectura el caldo mágico que nos sanaría de toda dolencia cultural (o vital). Lo decisivo es desarrollar la curiosidad,la imaginación y la creatividad sea por los libros o por los discos, por los viajes, los deportes o la experiencia en la red. Acabemos ya con esta mitología de antes de la guerra cuando saber leer (y leer) era igual a ser, por antonomasia, más culto y más capaz. Menudos peñazos y textos venenosos se encierran en muchos libros recomendados o no , y menuda dosis de reacción negativa hacia la llamada "cultura" se deriva de esta experiencia disciplinaria. Desdichadamente para los escritores -yo entre ellos- el libro no ocupa ya el centro de la cultura actual. Conformémonos con que la escritura (como el cine, como las series televisivas, como la música pop o no) expresa singularmente el modo de conocer. Pero ni un paso más. Atragantar a un un alumno con cualquier cosa si viene encuadernada, es , al cabo, hacerle vomitar y vomitar. Hacer desagradable, en suma y por exceso, la sabrosa idea de LA CULTURA.