Vicente Verdú
"Querer es sufrir". Esta sentencia que podría hallarse en cualquier letra de una copla popular constituye la clave de bóveda del sistema filosófico de Schopenhauer. Todo aquél que quiere algo, que sigue queriendo a alguien o a algo, da a entender que no lo cree poseer absolutamente puesto que el deseo plenamente satisfecho acaba con todo el querer. En consecuencia, todo querer se reconoce en el dolor de querer aquello que no se posee y el dolor, placentero o no, sólo desaparece al compás de la desaparición del amor. La vida entera se presenta como un continuo querer que sólo en el momento de la muerte cesa.
La vida entera es un querer algo, poco o mucho, que impulsa a permanecer con los sentidos alerta hacia la consecución de uno u otro deseo que no habiendo sido satisfecho proporciona, simultáneamente, la ilusión y la pasión, la expectativa y su dolorosa tensión. De ello Schopenhauer proclama que nada hay más vital que el dolor y nada es más vivamente real o realmente vida. Con lo cual este rotundo corolario: "La vida es la historia de un sufrimiento".
¿Una visión tenebrosa de la existencia a cargo de un cenizo? No es tan seguro. Puede tratarse apenas de una obviedad popular: sólo se siente lo que duele.
He aquí la verdad de la copla.