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El color

Por 14 de octubre de 2015 Sin comentarios

Vicente Verdú

Sólo me pongo a pintar cuando me encuentro más o menos sano y de buen humor. También a propósito de haber recobrado la confianza en mi mismo, unido a un punto de libertad  particular, exclusiva de su relación con la pintura. Y no hablo ya de la producción de un cuadro o de su proceso divertido sino sencillamente de la pintura, selecta o a granel. Los   botes y tubos de pintura, el color de sus líquidos, su densidad, su paciente  propensión a cubrir con su manto la apariencia de las cosas, le concede un poder que pocos otros fenómenos existenciales igualan. Es, sin duda, esta pasión exagerada por el tinte, una pasión infantil. Tan infantil que me es imposible elaborar una razón suficiente que explique el fenómeno con pertinencia. La pintura en sí, lodos los establecimientos de pintura, los pigmentos, los médiums, los aceites, los disolventes. componen un universo en el que algunos nos sentimos tan dichosos como si hubiéramos resucitad entre los muertos. Puede que no sea suficiente esta emoción para mejorar todo lo adverso de la existencia pero me atrevería a decir que mejora una buena ración del ordinario estado de ánimo. No hay memoria ni herencia genética que justifique este gozo en mí. Si acaso mi patológica alienación estética, siempre representada  en la base sagrada del color. Lo hermoso o lo feo se alzan  o se desdicen, se baten y forman  espectáculo, gracias a la demiurgia o la acrobacia del color.  El color es la molécula insigne. Cualquier color. Y pienso que, esto es quizá así, porque en realidad no se está tan enamorado de una pintura sin el lenguaje supremo del color. No apasiona tanto lo que la composición del cuadro llegar a ser sin la potencia que el color suscita. ¿Y qué suscita? Sería inútil hallar una explicación cabal a su reino. El color pertenece a las esencias y las esencias por su carácter imperioso son irreductibles a la razón, inexplotables como fenómenos en su aparición y su posible progreso. El color es el color. El color se dice a sí mismo puesto que se tarta de una totalidad que ni precede a nada ni se dirige a finalidad concreta. Todo color es una existencia cerrada. Una clausura sin acceso.

 Todo color hace y deshace, promueve o paraliza. La consecuencia es la misma. El color es una energía sin destino previo. Un atributo sin necesidad de calificación. Vivimos entre colores despiertos y nos acompañan como seres dormidos. Su influjo y su presencia deciden nuestro mundo interior y exterior. ¿También interior? Precisamente interior porque advenimos al color desde un fondo químico y primario. Somos sin condiciones color, ese compuesto que vemos y olemos en los botes y al verterlo repartimos identidades identidades. No hay vida sin color, no hay color que no viva y decida el mundo  de la emoción, de la dicha y la tristeza, del baile y el entierro, del silencio y la exclamación.

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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