Vicente Verdú
En la red, un site que ha introducido el británico Alex Tew, desafía a permanecer dos minutos sin atender a los mail, el móvil o la red social. Se llama a esto "ayuno informativo" y tiene por misión purificar de escorias el espíritu, dejar holguras a la imaginación, liberar a la mente de su constante conexión con los demás.
Al éxito de la intercomunicación divertida sigue la intoxicación de la acción sin fin. "Hay un tedio bueno y otro malo", como el colesterol, dice el periodista italiano Armando Torno. Pero incluso podría decirse que el continente del tedio, el continente del ocio donde el tedio se deposita, es la fuente histórica de la creación o la reflexión.
¿La reflexión? La glotonería de los datos, su empapuzamiento, ha provocado la pérdida de pensamientos. No hay tiempo para pensar si se desea la conciencia de estar. ¿Consecuencias? El mundo material y moral va a la deriva flotando entre la ausencia de sentido. Su masa se forma y se deforma, se traza o se arrastra empujada por un orden que repele el absentismo, el aislamiento o el yo interior. La velocidad sin freno, sin re-flexión, lleva hacia un futuro transparente y sin nombre que ya vuela sobre nuestras cabezas, a través de los cuerpos, sobrepasando edificios y muros macizos: desencadenado, desde su extraña materia, la orgía de la confusión.