Vicente Verdú
El formidable desarrollo de los tratamientos anti-edad ha llegado al extremo de convertirlos en una auténtica especialidad médica.
La gravedad de la enfermedad se hallaría así en proporción al grado de envejecimiento o, expresado de otro modo: de acuerdo a la menor o mayor acumulación del tiempo. El tiempo, pues, como elemento patológico lo que si, de una parte, constituye una evidencia a los ojos de la biografía, de otra confiere a cada día que vemos pasar el carácter de un virus, un virus más, y cada vez más virulento.
Porque la medicina anti-edad consigue resultados sensibles cuando la acumulación de días, semanas y años no ha creado un apilamiento importante, pero tropieza con grandes dificultades cuando la biografía se ha depositado y apelmazado en exceso. La práctica médica se enfrenta entonces, tú a tú, con la historia personal y se encara brutalmente con ella. La medicina, en cuanto asignatura de ciencias, se opone a la historia, en cuanto asignatura de letras. La metáfora del mundo de la razón se alza frente a la metáfora de las emociones, tomando a éstas ya como huellas orgánicas y reconvirtiéndolas, también, para su tratamiento, en asuntos de la fisiología, la neurología y la genética.
Pronto portaremos todos un chip bajo la piel que alertará sobre próximas enfermedades coronarias, infecciosas o cancerígenas que se reflejaran incipientemente en nuestro cuerpo. El chip será el vigilante de nuestra integridad corporal y el policía del acoso exterior, dentro de cuya asechanza se alistará, especialmente, el tiempo.
El tiempo en cuanto tal y el tiempo en cuanto odioso vehículo que transporta cualquier mal imaginable. De hecho, podría decirse, que la medicina anti-edad va convirtiéndose así en la verdadera medicina integral. La megamedicina. Competente para abordar cualquier problema: desde el acné, producto de la edad, hasta la artrosis, efecto de los años. Desde la deshidratación, frecuente en los bebés, hasta la deshidratación, frecuente en los ancianos. La anti-aging que fue hasta hace muy poco un asunto exclusivo de la cosmética pasa a convertirse en una rotunda cosmología. El cosmos de la medicina en los tiempos más modernos.