Vicente Molina Foix
El reciente número 145-146 de la revista cuatrimestral Turia abre el sumario total de sus más de 500 páginas con una filigrana en miniatura: un Diccionario Monterroso compilado en clave abecedaria por Antonio Rivero Taravillo, quien en sus 23 entradas y ocupàndo tan solo diez páginas de dicho número consigue resumir, estudiar y prolongar el arte minimal del grandioso escritor guatemalteco.
Las citas de Monterroso que Rivero Taravillo engarza con gran habilidad y no poco humor son dignas del autor evocado, si es que no son inventadas por el melillense Antonio Rivero, algo que el mismísimo Monterroso, creo yo, avalaría. Se sabía del caso de la señora a quien un amigo le preguntó si conocía al autor, y al decirle ella que sí, quiso saber su opinión sobre el famoso cuento «El dinosaurio». «Es uno de los que más me gustan», contestó ella, «pero apenas voy por la mitad».
No menos fulgurante es la anécdota recogida en el segundo epígrafe de este Diccionario, «Brevedad», en la que se cuenta su intervención junto a Bryce Echenique ante un público de estudiantes canadienses. El novelista peruano «contó con todo lujo de detalles cómo escribía, casi sin corregir», a lo que Monterroso, «atacado de pánico escénico […] solo acertó a decir: «Yo no escribo; yo solo corrijo».
Pero nadie como el propio Monterroso para condensarse aun en su brevedad, como en el micro-relato «Fecundidad, donde escribe «Hoy me siento bien, un Balzac; estoy terminando esta línea»,