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Trenes fantasma

Por 18 de noviembre de 2009 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Vicente Molina Foix

Las estaciones de ferrocarril y los mercados se han convertido en los más sugestivos contenedores de la cultura moderna, y por eso no me extrañó verme llevado, nada más aterrizar en Santiago de Chile, a la hermosa y desusada Estación Mapocho, donde en un airoso stand cercano a la antigua cantina de viajeros estaban mis novelas apiladas, a unos precios que los aranceles de la importación y el escandaloso IVA del 19% impuesto en aquel país al libro convertían en artículo de lujo. Antes de alcanzar la caseta de Anagrama me había cruzado con Borges, con Evita Perón y con Carlos Gardel, los tres en cartón-piedra y sólo con un vago parecido a sí mismo el ‘ninot’ del autor de ‘Ficciones’

   Este año la Feria del Libro de Santiago tenía como país invitado a la Argentina, y los fragores oficiales aún seguían latentes cuando yo llegué, seis días después de la inauguración. La habían presidido las dos presidentas, Cristina Fernández de Kirchner y Michelle Bachelet, pero en el acto oficial el embajador argentino en Chile había cometido un ‘paux pas’ que causó la hilaridad de muchos de los presentes y la ira de los que decidieron, por ello, quedarse ausentes. El diplomático habló de las glorias literarias de su país, citando sólo a muertos, con los que algunos vivos -de Juan Gelman a Andahazy- rechazaron la invitación a participar. Otros vinieron, y por los andenes abandonados de la estación de tren andaban Ana María Shua, Fogwill y César Aira, al que oí perorar, con su hipnótica cadencia sacerdotal, sobre los locos literarios chilenos. A su perorata le debo el descubrimiento de Juan Emar, seudónimo formado a partir de la frase francesa "j´ai en marre" del escritor Álvaro Yáñez, muerto en 1964, y cuyo libro ‘Diez’ me apresuré a comprar en la feria y leí en el avión de vuelta. Diez relatos sobre la falta de substancia aderezada por el gusto animalesco y una irracionalidad de altísima precisión verbal. Las trece horas de vuelo también me dieron tiempo a leer, con gusto y bastante sorpresa, la versión (no tan libre como él insinúa) del ‘Rey Lear’ de Shakespeare realizada por el grandísimo Nicanor Parra, y con ansiedad insatisfecha una selección de los diarios (¡qué incompleta, Dios mío!) de José Donoso.

    No estuve todo el tiempo bajo la estructura de la Estación Mapocho, que los más entusiastas adjudican al mismísimo Gustave Eiffel; los realistas sólo sostienen que esa cubierta metálica vino del París de Eiffel. Era mi primera visita a Chile, y me gustó mucho callejear por el centro, que no es exactamente ni muy antiguo ni monumental, pero está estupendamente surtido de librerías y ópticas, dos comercios al fin reivindicados como complementarios.

   Había autores españoles en la Feria, aunque únicamente coincidí con Luisgé Martín, que, después de su excelente novela ‘allendiana’ ‘Las manos cortadas’, se merece el título de chileno honorario. Reencontré a escritores del país que ya conocía, como Carlos Franz, Rafael Gumucio y Pablo Simonetti, e hice amigos nuevos, como Alejandro Zambra y Pedro Lemebel, igual de estimulantes en la conversación que en sus libros. Jovana Skármeta, que no es familia del conocido autor de ‘El baile de la victoria’, fue mi benévola hada madrina y cómplice, y Jorge Edwards Jr, que sí es descendiente directo del Premio Cervantes, me guió por Valparaíso, mientras hablábamos de arquitectura y otras bellezas nativas que animan el paisaje de aquella tierra marítima y montañosa donde Pablo Neruda fue dejando casas como quien deja migas de pan.

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Vicente Molina Foix

 Vicente Molina Foix nació en Elche y estudió Filosofía en Madrid. Residió ocho años en Inglaterra, donde se graduó en Historia del Arte por la Universidad de Londres y fue tres años profesor de literatura española en la de Oxford. Autor dramático, crítico y director de cine (su primera película Sagitario se estrenó en 2001, la segunda, El dios de madera, en el verano de 2010), su labor literaria se ha desarrollado principalmente -desde su inclusión en la histórica antología de Castellet Nueve novísimos poetas españoles- en el campo de la novela. Sus principales publicaciones narrativas son: Museo provincial de los horrores, Busto (Premio Barral 1973), La comunión de los atletas, Los padres viudos (Premio Azorín 1983), La Quincena Soviética (Premio Herralde 1988), La misa de Baroja, La mujer sin cabeza, El vampiro de la calle Méjico (Premio Alfonso García Ramos 2002) y El abrecartas (Premio Salambó y Premio Nacional de Literatura [Narrativa], 2007);. en  2009 publica una colección de relatos, Con tal de no morir (Anagrama), El hombre que vendió su propia cama (Anagrama, 2011) y en 2014, junto a Luis Cremades, El invitado amargo (Anagrama), Enemigos de los real (Galaxia Gutenberg, 2016), El joven sin alma. Novela romántica (Anagrama, 2017), Kubrick en casa (Anagrama, 2019). Su más reciente libro es Las hermanas Gourmet (Anagrama 2021) . La Fundación José Manuel Lara ha publicado en 2013 su obra poética completa, que va desde 1967 a 2012, La musa furtiva.  Cabe también destacar muy especialmente sus espléndidas traducciones de las piezas de Shakespeare Hamlet, El rey Lear y El mercader de Venecia; sus dos volúmenes memorialísticos El novio del cine y El cine de las sábanas húmedas, sus reseñas de películas reunidas en El cine estilográfico y su ensayo-antología Tintoretto y los escritores (Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg). Foto: Asís G. Ayerbe

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