Vicente Molina Foix
Este verano Madrid se ha llenado de mujeres desnudas, que forman la avanzada de una dominación en imágenes. PhotoEspaña ya lleva quince años de existencia, en una rara y feliz combinación de lo privado y lo público que organiza estupendamente bien La Fábrica. Pero lo de este año es extraordinario. La ciudad se ha convertido en un museo variado y sorprendente de casi cien años de arte fotográfico, abierto en la mayoría de sus espacios hasta mitad de septiembre; realmente merece la pena el desvío o el viaje adrede.
Como hay muchas y todas las exposiciones que he visto (diez) son de interés, me limito a reseñar las más fascinantes para mí, en las que la mujer, a uno y otro lado de la cámara fotográfica, es protagonista. La más inesperada, y que por ningún concepto nadie debería perderse, es la que ocupa un ala de la Academia de San Fernando hasta el 27 de septiembre. Conocí de un modo casual en Praga, el año en que el terciopelo hacía caer el telón de acero soviético, la obra de Frantisek Drtikol, uno de los grandes nombres peor conocidos de la vanguardia histórica; la muestra que ha traído PhotoEspaña se centra en los desnudos femeninos de la década 1920, de un refinamiento estético y una osadía sensual poco comunes incluso en aquel tiempo iconoclasta. Convertido al budismo, Drtikol dejó la pureza futurista por la mística oriental, con lo que su obra perdió filo y relieve; lo que se expone en Madrid es la vida breve de un gran creador de formas.
Menos atrevidas pero provistas de gran encanto y muy buen hacer son las fotos de la serie ‘Los Kennedy’ tomadas en los primeros años 1960 por Mark Shaw (exhibidas en los locales de Loewe en la calle Serrano). Aunque la serie cuenta con algunos de los retratos preferidos del propio presidente asesinado, es Jackie, sola, con su marido, en familia, asomando pícaramente la mitad de su bello rostro tras el de su bebé John Jr., la figura que da vida y color a estas estampas domésticas anteriores a la tragedia.
Pero las fotógrafas aportan con su enfoque afortunadamente sesgado la otra cara de la representación. Bajo el título ‘Mujer. La vanguardia feminista de los años 70′, el Círculo de Bellas Artes acoge una riquísima selección de la colección Sammlung Verbund de Viena, en la que podemos seguir el itinerario comprometido, irónico, a veces juguetón y otras hiriente, de un amplio grupo de artistas, la mayoría independientes entre sí pero unidas por el afán de mostrar su cuerpo, frecuentemente desnudo, en desafío a los clichés sexuales de la mirada masculina. A los nombres consagrados de Cindy Sherman, Esther Ferrer, Ana Mendieta o Valie Export, se añaden, para mí como un descubrimiento, los de las vienesas Birgit Jürgenssen y Renate Bertlmann, en su ácida figuración autodisfrazada. Y deslumbra, como siempre que se ve su trabajo, el mundo singular de Francesca Woodman. Acabo mi restringido paseo fotográfico con ‘Escrito sobre el cuerpo’, que llena varias salas de la Fundación Telefónica con una antología de fotos, instalaciones y películas de la artista iraní exiliada Shirin Neshat. Las mujeres de Neshat se ofrecen en poses provocativas (hay que ver íntegro su cortometraje ‘OverRuled’), y también veladas de la cabeza a los pies; entre los dos extremos lucha la libertad femenina en las convulsas sociedades del mundo árabe.